Por Carmen González Huguet– escritora y docente ECC
AL PIE DE LA LETRA / ARTÍCULOS SOBRE POESÍA
Tercera entrega
Francisco Andrés Escobar afirma que la “querencia” de la poesía, que quiere dejar de ser posibilidad y volverse realidad, exige, pide, solicita (dice él, que por lo general era una persona mesurada) la presencia de un “optante”: un “ser humano particular —el poeta— que, desde las peculiaridades de su propia organización psicofísica, opta por un ámbito de realidad, responde a la solicitación de lo real, lo aprehende por un proceso de conocimiento —el conocimiento poético— y lo re-crea dentro de los cánones de un particular modo de concreción formal”.[1] Esto es, un ser humano, una persona, donde la poesía, en el sentido literario, y también en el teológico: “se haga carne” y “habite entre nosotros”.
Y luego pasa a explicar qué es el poeta. Para Francisco A. Escobar, este tipo particular de ser humano debe reunir, o reúne, unas características muy específicas. En primer lugar, es una persona con una serie de aptitudes que le vienen dadas por su especial carácter filogenético. Y, en un inmediato segundo lugar, en el poeta dichas aptitudes innatas son, o han sido, potenciadas por una práctica realizada dentro de un específico contexto social.
El poeta “está en la vida con unas notas diferenciales respecto de los demás: una particular capacidad para sensar, inteligir y afectar las notas con que se le ofrece lo real; una particular tensión hacia la valoración preeminente de determinadas notas de lo real; un progresivo dominio de un modo particular de formas expresivas; una particular capacidad para transmutar la aprehensión de lo real en una particular forma estética”[2]. Y, según la misma fuente, “en este hacerse cargo y en este cargar con la realidad, el poeta desarrolla primero un proceso de conocimiento de lo real”, a partir del cual, seguidamente, “desarrollará un proceso de lenguaje”.
En España, la expresión “hacerse cargo” equivale, hasta cierto punto, a “darse cuenta”. Pero, más aún, a comprender, a realizar, en el sentido que en inglés se le da al verbo realize. Y, también, cargar con la realidad significa “comprometerse, involucrarse, tomar partido, estar dispuesto a hacer algo, o intervenir”.
El proceso de conocimiento poético, para dicho autor, es tan válido, aunque de naturaleza y carácter distinto, como los procesos de conocimiento filosófico o científico. Francisco Andrés Escobar se refiere a dicho proceso de conocimiento poético desde la terminología acuñada por Xavier Zubiri (1898-1983)[3]: “ El proceso del conocimiento poético arranca, como otros procesos cognoscitivos, de un nivel sentiente que posibilita la intelección de lo real, intelección realizada desde un marco de sentimiento —y suscitadora ella misma de nuevos marcos de sentimiento— que afecta tal intelección de la realidad, y desde una voluntad tendiente a la expresión de los productos cognoscitivos en un sistema de signos”[4].
Voy a tratar de explicar este párrafo. En primer lugar, Francisco Andrés Escobar retoma el concepto de intelección que es central en la filosofía de Zubiri:
“El hombre tiene que habérselas con eso que llamamos cosas reales. Necesita, en efecto, saber lo que son las cosas o las situaciones en que se encuentra. Sin compromiso ulterior, llamamos inteligencia a la actividad humana que procura este saber. El vocablo designa aquí no una facultad sino una serie de actos o actividades… Para que la intelección tenga lugar es menester que las cosas nos estén, en alguna manera, previamente presentes. No basta con que las cosas sean reales, ni con que “haya” cosas reales en el mundo; es menester que las cosas reales nos estén presentes en un modo especial de enfrentarnos con ellas. En este sentido, las cosas reales no nos están presentes, sino desde nosotros mismos, es decir, según un modo nuestro de enfrentarnos con ellas. ¿Cuál es este modo? No hay la menor duda de que en última instancia las cosas me son presentes por los sentidos. Para entrar en el problema, no me importa la diferencia, profunda, pero ajena a nuestro propósito, entre sensibilidad externa e interna; un tratamiento extenso del tema exigiría precisar los matices en vista de esta diferencia. Pero para seguir la exposición, basta con referirse a la sensibilidad externa, cosa siempre más clara; porque cuanto vayamos a decir se refiere a la sensibilidad en cuanto tal. Las cosas, pues, nos están presentes primeramente por los sentidos. Pero ¿en qué consiste la función sensorial que nos hace presentes las cosas reales? Se habla de percepciones. Mas la percepción tiene muchos momentos distintos, por ejemplo, el momento intencional de referir el contenido sensible a su objeto. Sin embargo, no es este el momento primario de la sensibilidad. Sentir no es primeramente percibir. Si eliminamos todos los momentos intencionales de la percepción, nos queda el puro “sentir” algo. ¿Qué es simplemente sentir? La cuestión es grave”. Fin de la cita[5].
Inteligir sería entonces el proceso por el cual la persona humana realiza lo que Zubiri llama “aprehensión primordial de realidad”, esto es, el modo específico en que los humanos no solo captamos y percibimos, sino que nos “relacionamos” con trozos de lo real. Pero lo real, siguiente este discurso, no está “afuera” de nosotros en el mundo material, sino además “dentro”, en nuestros propios procesos de conocimiento. Y la inteligencia en los humanos, que para Zubiri es lo que primordialmente nos diferencia de los animales, es “de suyo”, por nacimiento, por origen y carácter, “sentiente”. La intelección humana es, para este filósofo, la mera actualización de lo real en la inteligencia sentiente”[6].
Escobar añade: “El hecho de que “sentición”, inteligencia y afectividad sean momento componentes de la aprehensión de lo real hace que tal aprehensión sea siempre —al menos en el caso poético— una aprehensión fuertemente personal: subjetiva y selectiva. Subjetiva, por cuanto la realidad, o mejor dicho, la cuota de realidad aprehendida, será “de este modo” para este “aprehendiente”.[7] Y selectiva porque excede la capacidad humana el captar, a priori, la realidad entera como totalidad. Y a continuación, Escobar introduce un concepto del cual, hasta donde sabemos, es autor, y es original suya: la “ecuación personal”. Este autor define dicha “ecuación personal” como una “óptica particular desde la cual lo real será aprehendido”, óptica formada por cinco elementos:
- La ideología: entendida como una representación del mundo, la vida y el hombre a través de diversos sistemas de ideas;
- El marco teórico, concebido como el conjunto de conceptos y de categorías analíticas provenientes de una determinada dirección del trabajo intelectual;
- Los prejuicios, que para Escobar son las reacciones previamente condicionadas ante determinados estímulos;
- Las necesidades subjetivas, que serían los requerimientos intelectuales y afectivos personales, demandantes de un objeto externo para su satisfacción, y
- Los intereses objetivos, como la adherencia a los bienes materiales que demanda la acumulación y defensa de los mismos.
Y, por último, agrega estos elementos a la especial óptica que puede configurar lo que él llama “la propensión contemplativa particular” del poeta, así como sus “particulares limitaciones para la tarea cognoscitiva”. Las propensiones contemplativas pueden hacer que determinado poeta privilegie la interioridad, de modo que en su obra lo que llamamos “lírica” ocupará un mayor lugar. O si predomina lo exterior, lo que llamamos “épica” será preponderante.
[1] Escobar, Francisco Andrés (1987). Lectura poética de la realidad política: introducción a la vida y a la obra de Oswaldo Escobar Velado. San Salvador, Universidad Centroamericana “José Simeón Cañas”, UCA. Tesis para optar al título de Licenciado en Ciencias Políticas.
[2] Escobar, Francisco Andrés (1987).
[3]Zubiri, Xavier (1966). Notas sobre la inteligencia humana. Artículo publicado en https://www.ensayistas.org/antologia/XXE/zubiri/zubiri4.htm, consultado el 19 de febrero de 2024. Originalmente, ese texto apareció en ASCLEPIO, Archivo Iberoamericano de Historia de la Medicina y Antropología Médica. 18-19 (1966-67), 341-353. Edición digital preparada por la Fundación Xavier Zubiri.
[4] Zubiri (1966).
[5] Zubiri (1966).
[6] Zubiri (1966).
[7] Escobar, Francisco Andrés (1987).