Grisel Flores, la maestra sorda que lucha por la inclusión e influye en la vida de sus estudiantes

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En el Centro Escolar Católico Inmaculada Concepción, mejor conocido como Escuela Parroquial, ubicada en La Libertad, perteneciente al Modelo de Escuela Inclusiva de Tiempo Pleno del MINEDUCYT, asisten tres niños con discapacidad auditiva. Dichos estudiantes forman parte del “Aula de Sordos”, a cargo de la docente sorda, Grisel Flores de Orellana.

Grisel Flores de Orellana trabaja en la Escuela Parroquial, en donde atiene a niños sordos. Foto cortesía: Grisel Flores

Por Marian Cabezas y Grisel Duarte, colaboración especial de la cátedra de Redacción Periodística.

Según el documento oficial de sistematización del Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología (MINEDUCYT), publicado en junio del 2015, el Modelo de Escuela Inclusiva de Tiempo Pleno se basa en reconocer las diferencias y en la adecuación del sistema educativo como respuesta a las diferentes necesidades de los estudiantes.

La incorporación de la maestra Flores inició en el año 2000, cuando fue invitada a un congreso del MINEDUCYT, como acompañante de un licenciado especializado en lenguaje de señas. Fue ahí cuando le comentaron sobre la necesidad de ayudar a 21 niños sordos en la Escuela Parroquial. Grisel Flores de Orellana, con tan solo 20 años de edad, pensó en rechazar la oportunidad debido a la distancia desde su hogar hasta la institución. Sin embargo, no se cerró a la idea de visitar a los niños, y conocerlos. 

“Conocer a todos esos niños y ver las deficiencias tanto comunicativas como educativas, tocó mi corazón”, comentó Grisel. El proceso de contrato tuvo sus dificultades. Una de ellas fue que Flores se había especializado en un técnico en computación y negocios, en el extranjero, por lo tanto, tuvo que trabajar al lado de una docente oyente, que también era intérprete para poder hacerse cargo de sus nuevos estudiantes. 

Tanto Grisel como la intérprete, gracias al apoyo de la iglesia católica a cargo de la dirección de la Escuela Parroquial, crearon y llevaron a cabo el Programa de Atención para Niños Sordos, en el cual fueron atendidos 21 niños pertenecientes al departamento de La Libertad.  Durante los siguientes tres años, Grisel se encargó no solo de educar académicamente a sus estudiantes, sino también de enseñarles a comunicarse con su propia lengua, LESSA (Lengua de Señas Salvadoreña), mientras les brindaba un espacio para expresarse y desarrollarse cognitiva y emocionalmente. De igual forma, se encargó de informar, concientizar y sensibilizar tanto a los docentes como alumnos de la institución acerca del respeto adecuado hacia las personas sordas. 

Posteriormente, en el 2003, Grisel Flores empezó sus estudios de profesorado en la carrera de Ciencias Sociales para educación básica y superior, en la Universidad Francisco Gavidia, obteniendo finalmente su título, cuatro años después. Por un buen tiempo, ella se encargó de enseñar y guiar a ese grupo de niños hasta la finalización de sus estudios en bachillerato. Pero, su vocación no llegó hasta ahí, la nueva generación de niños sordos, aparecía nuevamente en la escuela, conformada por un grupo pequeño de estudiantes, del cual Alexander, Katherine y Génesis forman parte. 

Los tres niños provienen de padres y familias oyentes, con quienes a lo largo de su vida han tenido dificultades para comunicarse o expresarse entre sí, incluso sin saber leer, escribir o conocer el lenguaje adecuado que necesitan para poder desarrollarse, tanto en lo académico como en la sociedad. La Escuela Parroquial cuenta no solo con un grupo de niños y una docente sordos, sino también, desde el 2015, está bajo la ejecución del Modelo de Escuela Inclusiva de Tiempo Pleno.

Foto cortesía: Grisel Flores

Fallos en la ejecución del programa

El “Aula de Sordos” como lo llaman en la Escuela Parroquial, es un aula multigrado la cual cuenta en la actualidad con tres estudiantes sordos, dos de ellos finalizando séptimo grado y otra, concluyendo cuarto grado, todos con el objetivo de continuar sus estudios el próximo año. Anteriormente, el grupo estaba conformado por más alumnos, pero debido a la pandemia de COVID-19, descontinuaron sus estudios. 

Entre ese pequeño grupo de alumnos, se encuentra Katherine Duran, de catorce años de edad. Ingresó a la institución en el año 2012, para comenzar sus estudios académicos desde Kinder 4 hasta poder seguir cursando octavo grado bajo las enseñanzas de la maestra que la ha visto crecer, Grisel Flores. 

El recorrido para ejercer sus estudios no ha sido fácil, debido a las distintas deficiencias que la escuela tiene a nivel de infraestructura y material didáctico. Así se expresa Elizabeth Durán, quien es la madre de Katherine:. “Su educación está bien, pero me gustaría que mi hija pudiera más señas, para el grado que va parece no saber casi nada”. comentó y agregó que se debe al poco apoyo que se les da a la maestra y a los niños. Sin embargo, amerita a la profesora como alguien que “utiliza lo poco para dar lo mejor.”

Aspectos como la infraestructura, el material didáctico y la atención son los elementos que carece el «Aula de Sordos» que Elizabeth menciona y que la escuela debe mejorar para reforzar la educación de su hija y los demás niños sordos.  “Proporcionar un aula adecuada para ellos, que no sirva siempre de bodega, con aire fresco. Nunca hay ventilación o libros adecuados para ellos, que los tomen en cuenta porque pareciera que no existen y proporcionar material educativo ideal para ellos, como vídeos educativos, para así aprender ellos y nosotros como padres de familia”, comentó la madre de familia.

Foto cortesía: Grisel Flores

Ante las declaraciones de la madre de familia y de la profesora, los niños reciben sus clases en una bodega pequeña que sirve como aula, manteniéndolos un tanto apartados de los demás estudiantes y salones, de igual forma, el material que utilizan los niños no es el adecuado para las necesidades visuales, y el acceso a información y comunicación fuera de su aula es en su totalidad, nula. Se trató de contactar a la directora de la escuela, para obtener información acerca de dichos problemas que afectan a los niños sordos dentro de la escuela, pero por motivos personales, no brindó horarios de atención para poder dar paso a la discusión del tema. 

Una escuela inclusiva, que tiene bajo su cargo a niños sordos, según comenta Grisel, “es una escuela que crea y brinda espacios para que los niños y las niñas puedan aprender y desarrollarse en el área académica y personal, haciendo uso de su lengua principal LESSA, con materiales, recursos, maestros y un ambiente que los haga sentir parte del ambiente educativo.” El Modelo de Escuela Inclusiva de Tiempo Pleno busca “crear las condiciones necesarias para desencadenar procesos de empoderamiento […] tanto en la persona con discapacidad, como en aquella que se encuentra en situación de desventaja socioeconómica y cultural”, según el documento oficial del MINEDUCYT. 

En contraste, Grisel comenta que las deficiencias que la escuela tiene en cuanto a la atención que se le brinda al Aula de Sordos, no es únicamente de una problemática de esta escuela, sino que también se debe a que, tanto el sistema educativo del país y el gobierno, no se encuentran equipados con conocimientos ni herramientas, que sirvan para promover y llevar a cabo la inclusión de la comunidad sorda dentro de la sociedad salvadoreña.

Una oportunidad de mejorar

Respecto a la necesidad de una mejora en la educación e inclusión de los niños y niñas sordos en el país, se consultó con Daniel Portillo, actual presidente de la Asociación Salvadoreña de Sordos. Daniel brindó un estimado de la cantidad de personas sordas en el país, mencionando que, la Asociación en conjunto con el Consejo Nacional de Atención Integral a la Persona con Discapacidad (CONAIPD), lograron registrar en el 2019, más de 6,000 personas sordas en el país.

En 2017, el Observatorio de Centros Escolares del Ministerio de Educación registró que había 583 estudiantes con sordera cursando educación básica y media. Gricelda Zeledón, la profesional en honor de quien bautizaron una escuela, está convencida de que hay más infancia sorda en edad escolar que no está matriculada.  Luego de haberle preguntado sobre qué se necesita para mejorar la educación de los niños sordos en el país, Daniel declara que “es fundamental implementar la enseñanza de LESSA desde temprana edad, para el desarrollo cognitivo y social de los niños. Del mismo modo, educar con los conocimientos básicos del español, para una mejor adaptación de los niños en la sociedad.”

Daniel señala el deber que tiene el MINEDUCYT de modificar, mejorar y adaptar la metodología de enseñanza junto con el material didáctico de educación, hacia las necesidades visuales de los niños sordos. Recalcando también la necesidad de docentes capacitados y adecuados para realizar dicha tarea. “Se necesitan maestros sordos que enseñen a niños sordos”, afirma Daniel. Por otra parte, según Mario Urbina, un joven sordo recientemente graduado de sus estudios de bachillerato en la escuela Griselda Zeledón: “no se puede dejar de lado la necesidad imprescindible de establecer escuelas exclusivamente para niños y jóvenes sordos, donde exista un ambiente libre de barreras comunicacionales.”

Según el trayecto académico de Mario, quien ha tenido la oportunidad de experimentarlo en su mayoría en una escuela para sordos, expresa que “estar en una escuela de sordos, fue la mejor experiencia, ya que todos, tanto maestros y alumnos, hablábamos en señas.” El joven cuenta también, lo desorientado y excluido que se sintió al estudiar por un tiempo en una escuela únicamente de oyentes.  Como individuo representante de la comunidad sorda salvadoreña y joven aspirante a continuar sus estudios académicos superiores en la universidad, el cual quiere lograr un cambio positivo e inclusivo para las personas sordas en la sociedad, Mario manifiesta la necesidad de nuevas escuelas, al menos una en cada departamento, las cuales sean exclusivamente para sordos. Donde los maestros y estudiantes puedan socializar y conectar como iguales sin ninguna barrera comunicacional. 

“Se debe educar y concientizar a la sociedad entera sobre el respeto a la lengua de señas salvadoreñas, ya que esta es parte de la identidad y cultura sorda, de la cual debería de enseñarse no sólo en las escuelas, sino también en la sociedad.” afirma Mario, comentando al igual que Daniel, la importancia del cumplimiento al derecho a la educación de los niños y niñas sordos, por medio de su lengua principal, LESSA.  En tal sentido, el amor y la vocación que Grisel Flores lleva realizando día con día, durante casi 20 años, con este grupo de niños sordos apartados por la sociedad. La profesora tiene la esperanza que, algún día, el gobierno de El Salvador tome acciones y apoye a esta comunidad tan grande existente en el país, y otorgue oportunidades de trabajos a docentes sordos y sobre todo, concediéndoles el derecho a los niños y niñas con discapacidad auditiva, la educación y desarrollo que se merecen.