La sociología como ciencia en la industria 4.0

La sociología es una ciencia que se ha encargado de profundizar los cambios en la dinámica social del ser humano. Su camino hacia el sector educativo eleva la importancia de estudiar la política educativa y el desarrollo de la docencia, sobre todo, en este tiempo de pandemia que vino a transformar los procesos de interacción entre el individuo y las Universidades. En este abordaje se tiene la oportunidad de comprender el rol de la sociología educativa en la revolución industrial 4.0

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Por Mg. Kevin Salazar

Palabras clave: sociología, educación, revolución industrial 4.0, sociedad, ciudadano

A modo de introducción

El desafío sobre el uso de tecnología va más allá, es necesario pensar en reconstruir una nueva política para el uso público de la tecnología en educación

Jairo Alberto Galindo, en: “Ciudadanía digital” (2008, p.172)

Para muchos, el 2020 quedará grabado en la memoria como el año que implicó replantearse cambios sobre la dinámica social de los seres humanos. El inicio de la crisis sanitaria de la covid-19 hizo acelerar las transformaciones sobre la forma en que la sociedad se organiza, se relaciona, se forma, trabaja, e indiscutiblemente, sobre la forma de enseñar y aprender en contextos dinámicos, que conllevan a la implementación de acciones pedagógicas en entornos virtuales, a pesar de la existente brecha digital. 

Por lo tanto, es válido preguntarse: ¿es la sociología una ciencia para comprender los fenómenos sociales que trae consigo la revolución industrial 4.0? Antes de ser certeros con la respuesta, es necesario hacer un bosquejo sobre el desarrollo histórico de la sociología para definir un marco epistemológico que comprenda la configuración de la sociedad 4.0.

Hay que remontarse a los autores clásicos para analizar a la sociología como una ciencia social y aplicarla al campo de la educación superior. Entonces, hay que iniciar con dos cuestiones simples: ¿qué es sociología? ¿y para qué sirve? Adorno y Horkheimer (1969) consideran a esta ciencia como hija del positivismo, y que esta tiene una intención clara: “buscar liberar la voluntad y el conocimiento de la influencia del saber religioso y de cualquier especulación metafísica proveniente de la filosofía, por medio de la rigurosidad y objetividad de la investigación científica” (citados por Rojas-León, 2014, p.34). Es decir, que la sociología “es la ciencia social que estudia los fenómenos colectivos producidos por la actividad social de los seres humanos dentro del contexto histórico-cultural en el que se encuentren inmersos” (Rivera Ramos, 2012).

En consecuencia, la sociología tiene como interés estudiar la dinámica social de las personas dentro de un entorno, permitiendo que se establezca una producción mental y un cuadro existencial sobre las estructuras mentales, así como de los valores, intereses y significados que dan coherencia a los patrones de conducta de los grupos sociales. Aplicando estos apuntes teóricos al aquí y al ahora, el coronavirus dejó entrever que el siglo XXI afrontará problemas complejos que configurarán los nuevos patrones de comportamiento de las personas en todo el mundo. 

Desarrollo del tema: 1 – La sociología en el pensamiento complejo educativo

Edgar Morín aseveró que: “la sanidad y la educación no pueden gestionarse con lógicas empresariales. Los hospitales, las escuelas y las universidades no pueden generar ganancias económicas, pero deben pensar en el bienestar del ciudadano” (Ordine, N. 11 de abril de 2020, elpais.com).  En consecuencia, la crisis de la covid-19 aceleró las transformaciones digitales en las actividades de los hombres y de las mujeres, por lo que la nueva sociedad espera de sus integrantes que se reencuentren con su espíritu del servicio público para afrontar las incertidumbres. 

Ahora, ese papel recae en las escuelas y en las universidades, agentes de socialización que deben propiciar la formación de ciudadanos con cabezas bien hechas para construir un futuro viable que fortalezca la democracia, la equidad, la justicia social, la paz y la armonía. Por ello, Morín (1999) enfatiza que las actividades institucionales de los ministerios de educación de todo el mundo deben renovar la enseñanza a través de los nuevos medios y cómo estos son comprendidos desde la sociología.

Es por ello que lo novedoso de la sociología son sus métodos y sus interpretaciones teóricas acerca de la sociedad, otorgando el “empleo sistemático y crítico de la investigación, el pensamiento teórico y lógico-argumental” (Taberner, 2005, p.7 citado por Rojas-León, 2014, p.35) para visualizar a la sociedad como un todo (objetivo) y en escala a sus individuos (subjetivo e intersubjetivo) dentro de la revolución industrial 4.0, es necesario iniciar con la teoría de las especies de Charles Darwin, quien afirma que en todos los cambios, las especies que más sobreviven son aquellas que se adapten al cambio.

“Existen organismos que se reproducen y la progenie hereda las características de sus progenitores, existen variaciones de características si el medio ambiente no admite a todos los miembros de una población en crecimiento. Entonces, aquellos miembros de la población con características menos adoptadas (según lo determine su medio ambiente) morirá con la mayor probabilidad. Entonces aquellos miembros con características mejor adaptadas sobrevivirán más probablemente” (Darwin, 1859)

Esta teoría es empleada ahora dentro de la revolución industrial 4.0 como darwinismo digital, que, según Solis, en una entrevista al Semanarium (2012), está ligado a las adaptaciones al cambio, pues la tecnología y la sociedad evolucionan más rápido y para ello, se requiere de diez pilares para que se haga efectivo: liderazgo, visión, estrategia, cultura, personas, innovación, influencia, localización, inteligencia y capitalismo filantrópico. 

2 -Las teorías tradicionales de la sociología educativa en la revolución industrial 4.0

Para entender las lógicas de la revolución industrial 4.0, es necesario tener en consideración los aportes educativos de Émilie Durkehim para darle vigencia al darwinismo digital en el sector formativo. A partir del 11 de marzo de 2020, El Salvador vivió el quiebre de su educación tradicionalista. El sistema educativo, que está pensando en las lógicas presenciales, recurrió a implementar una educación de emergencia para seguir con la formación de sus ciudadanos en cualquier grado académico. 

Durkehim (1925), en su libro: La Educación Moral, ve a la escuela como agente de socialización que impone, regula y establece el accionar del individuo; por tano, este agente tuvo que modificar sus procesos reproductivos y sus pautas socioculturales a partir de las dinámicas de la educación a distancia y de las herramientas tecnológicas para configurar la mediación tecnológica y continuar con el acto educativo. 

Esto amerita retomar del sociólogo francés su interés de ver el papel que juega el Estado sobre la educación con carácter social. ¿A qué se refiere esta argumentación en el contexto salvadoreño? El 24 de mayo de 2020, el Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología (MINEDUCYT) emitió una circular ministerial 10/2020, que resultó ser una serie de orientaciones para la continuidad de los procesos educativos para asumir el año escolar desde casa. En dicha circular, llama la atención, de forma particular, el literal H, donde se hace el llamado a colocar la evaluación formativa sobre la sumativa, especialmente, durante el aislamiento provocado por la covid-19.

Eso también genera otras interrogantes específicas sobre esta directriz educativa, ¿por qué no se realiza y se le da preeminencia de ahora en adelante?, ¿acaso se es consciente de que el modelo constructivista impregnado en el diseño curricular y la evaluación por competencias no sé está practicando en ningún nivel del sistema educativo?, y, por último, ¿se puede seguir evaluando normalmente y de igual forma en un salón de clases en las dinámicas de la educación a distancia?

Se sabe que la tecnología jamás remplazará un salón de clases y que esta no debe empequeñecer el rol del docente y mucho menos limitar su planificación didáctica, esto haciendo alusión que el profesor no debe acomodar su labor de enseñar y evaluar. La actual crisis sanitaria y el uso de las nuevas tecnologías de la información y de la comunicación exigen que se dé una continuidad a los procesos de enseñanza-aprendizaje con otras lógicas, abandonando la educación tradicionalista, donde se controla las asistencias a clases, sus entregas de tareas y actividades y posteriormente emitir una evaluación sumativa para establecer a quiénes se promueven y quiénes no. 

El año y siete meses de estar a distancia que se ha experimentado, sobre todo en Educación Superior, se visibilizan tres problemas mayúsculos: uno, falta de una secuencia didáctica fuerte para sumarse a las dinámicas de la educación digital, pues las Instituciones de Educación Superior (IES) demostraron que no pueden trabajar a distancia; dos, la brecha digital evidencia los pocos recursos y las pocas habilidades digitales que tienen profesores y estudiantes para estar en sesiones sincrónicas y asincrónicas; y tres, el estrés emocional provocado por el aislamiento forzado que puso el coronavirus, y que se ha descuidado el seguimiento psico-emocional del profesorado y de los estudiantes. 

Entonces, la falta de un plan para la continuidad educativa ante una crisis o una emergencia tuvo como consecuencia la saturación de trabajos, tareas y actividades que los alumnos tuvieron que realizar en tiempo récord y más cortos que en tiempos normales. Así también evidenció la falta de coordinación entre profesores de un mismo grupo de estudiantes para planificar el desarrollo de la clase y la petición de asignaciones, esto desencadenó la falta de motivación en estudiantes, que estuvieron realizando simples guías de trabajo, otra lectura de diversos PDF sin retroalimentación docentes, otros con solicitudes de tareas fuera de los horarios de clase establecidos, en fin, unos desajustes que impidieron establecer la evaluación formativa, sobre todo, la evaluación cualitativa. 

Si para Durkheim, como cita por Rojas-León (2014, p. 37), la socialización es de vital importante, porque opera a la integración de los individuos a la sociedad, así como la adquisición por parte de estos de las competencias necesarias, ¿cómo debe ser la socialización en entornos digitales?, ¿qué competencias básicas, genéricas y específicas se deben formarse en el ciudadano digital salvadoreño? Y esto conlleva a discutir también ¿cuáles deberán ser los nuevos fines educativos ante la revolución industrial 4.0? 

Hay que repensar bien si los fines de la educación salvadoreña compaginan con el nuevo contexto. A juicio personal, debe haber una nueva visión y unos nuevos fines para configurar al ciudadano 4.0, que sepa enfrentarse a los problemas complejos (véase tabla 1)

Tabla 1

Fines educativos actuales vs la propuesta de fines educativos 4.0

Fines educativos actualesPropuesta de fines educativos 4.0
 Lograr el desarrollo integral de la personalidad en su dimensión espiritual, moral y socialTransformar los comportamientos de hombres y de mujeres de la República en sus dimensiones de higiene emocional-espiritual, creativa, tecnológica, moral,  de pensamiento crítico y resolutivo para co-crear en la realidad inmediata que les rodea de forma segura y competente
Contribuir a la construcción de una sociedad democrática más próspera, justa y humanaParticipar en la construcción de una sociedad democrática 4.0 centrada en mejorar la calidad de vida de los salvadoreños y de los centroamericanos
Inculcar el respeto a los derechos humanos y a la observancia de los correspondientes deberesSalvaguardar los derechos y los deberes de hombres y mujeres en la realidad inmediata como en la realidad virtual y aumentada
Combatir todo espíritu de intolerancia y de odioCombatir todo espíritu de intolerancia y de odio con la práctica del amor compasivo
Conocer la realidad nacional e identificarse con los valores de la nacionalidad salvadoreñaReconocer la historia de la República para propiciar la innovación y la transformación digital bajo los valores de la nacionalidad salvadoreña 
Propiciar la unidad del pueblo centroamericanoPropicia la hiperconexión centroamericana para construir una sociedad de sabiduría que genere el desarrollo social, tecnológico y económico en la región
Fuente: Elaboración propia

3 – Una nueva revolución cognitiva para la educación 4.0

Todo esto conlleva a plantear una nueva revolución cognitiva de la educación para integrarla a una sociedad de conocimiento, que pronto requerirá en convertirse en una sociedad de sabiduría. Y aquí las universidades deben ser ese campo experimental para transformar la educación en lo social, en lo moral y en lo tecnológico. Y para ello hay que repensar los nuevos objetivos de las IES. En la actualidad, la Ley de Educación Superior (LES), en su artículo 2 establece los objetivos primordiales que están apegados a las intenciones sociales del Estado sobre los ciudadanos; sin embargo, requieren de una nueva actualización para responder a la industria 4.0

Para ello, hay que considerar el siguiente aporte de Durkheim (1922), en su libro: Educación y Sociología, el cual hace hincapié que al hombre o a la mujer hay que dotarlo de competencias necesarias mediante un modelo, un tiempo y un espacio determinado. Por lo tanto, las bases de las LES de 1995 ya no son compatibles con el aquí y el ahora. Los nuevos objetivos de las IES deberán ser: a) formar profesionales que comprendan, utilicen, crean y empleen los procesos de digitalización e innovación con fuerte sentido de la vocación, espíritu crítico y sólidos principios éticos en los diversos sectores productivos nacionales y regionales; b) utilizar la investigación para la toma de decisiones en escenarios de incertidumbres; c) proponer y prestar un servicio social para consolidar una sociedad democrática 4.0; d) conservar, difundir y promover el legado sociocultural para transformar los campos tecnológicos, económicos y sociales en la República bajo las lógicas de las revoluciones industriales futuras.

También, hay que ir a los aportes de Jerome Brunner para cimentar estas ideas en el desarrollo curricular, porque no todo debe quedar en la política educativa, debe saberse aplicar en la práctica docente. En 2006, la editorial Routledge publicó In search of Pedagogogy: The select works of Jerome S. Bruner, una compilación en dos volúmenes. El primer volumen trata sobre sus procesos investigativos (desde 1957 hasta 1978) enfocados en la revolución cognitiva. El estadounidense desarrolló en esos escritos una teoría del aprendizaje en la que describió el proceso de aprender, los distintos modos de representación y las características de la instrucción. Base conceptual que ayuda a configurar una educación virtual. Según Tobón (2007), el diseño instruccional está basado en la creación de ambientes digitales que permitan al estudiante ser activo, pues el aprendizaje es personalizado. 

Siguiendo con Bruner, en su escrito: A Study of thinking, estableció que la inteligencia humana busca clasificar en su entorno en clases significativas de hechos, tratando cosas distintas como equivalentes (Bruner, 1969). El psicólogo afirmó que el ser humano hace procesos de categorización o de conceptualización y esto implica que uno se forma conceptos, tomas de decisiones, inferencias, entre otras. Entonces, las TIC traen consigo dinámicas que pueden complementar las competencias de los estudiantes, basado en los procesos de los diseños instruccionales. Ante esto, es válido cuestionarse: ¿qué se debe entender por una clase virtual?, ¿se ha adaptado una estructura de educación a distancia o de educación en entornos digitales?, ¿es educación virtual la que se está realizando frente a la crisis sanitaria de la covid-19 y encara la secuencia andragógica de aquí al 2030 

Por tanto, los actores educativos (docentes, padres de familia, estudiantes y la administración educativa) deben reconocer, en primer lugar, las diferencias de la educación convencional, la educación a distancia y la educación en línea. Estos son tres conceptos diferentes, pero que, en este momento, se utilizan como sinónimos para establecer cómo se está formando a los universitarios tras el mandato de cierre de aulas que se dio el 11 de marzo de 2020, por decreto ejecutivo (véase tabla 2)

Tabla 2

Conceptos claves sobre los tipos de educación

Educación convencionalEducación a distanciaEducación virtual
“Es el método expositivo, donde la relación profesor-alumno es autoritaria y donde se limita la creatividad de los estudiantes. Su función es explicar y exponer conocimientos, enfocándose en la memorización y en el aprendizaje cognitivo” (Botello, 2019) “Modalidad que también se considera estrategia educativa y el aprendizaje es un proceso dialógico, que el educador, a distancia, emplean, gracias a los medios tecnológicos” (Vázquez, Bongianino y Sosisky, 2006). En alusión a los mass media o medios de comunicación masivos.“Es aquella que ofrece un caudal de oportunidades educativas a través de actividades interactivas, informativas y lúdicas con el apoyo de las tecnologías de la información, generando cambios paradigmáticos en el proceso de enseñanza-aprendizaje” (Nieto Goller, 2012)
Fuente: Elaboración propia con datos de Vázquez, Bongianino y Sosisky, 2006; Nieto Goller, 2012; y Botello, 2019

En ese cierre, de la noche a la mañana, los docentes migraron su contenido presencial a entornos virtuales, sin instrucciones claras, con poco o nulo conocimiento del lenguaje de la educación virtual, asumieron el rol de mediación pedagógica con miedo al nuevo escenario que abrió el coronavirus. La educación no presencial no solo ha sacado las “castañas del fuego” del año escolar pasado y de este 2021, al darle continuidad a los cursos en sus diferentes niveles educativos, sino que ofrece una alternativa interesante y viable para continuar el proceso formativo de las nuevas generaciones a la altura de las necesidades de la sociedad actual. La educación no presencial ha llegado para quedarse. Permita, usted lector, dar a este servidor un rodeo primero. 

Este es un circunloquio para los letrados: la crisis que abarca no solo la dimensión sanitaria, sino económica, política y social, trastoca los fundamentos de la sociedad y de la vida cotidiana actual. En la sociedad moderna, nunca antes una pandemia arrinconó en sus casas a los ciudadanos de la mayoría de países del mundo. En los últimos siglos, ni siquiera durante las guerras mundiales hubo un “parón” abrupto del engranaje productivo e industrial. ¿Y qué decir, de las modificaciones en los patrones de compra y consumo? Hoy los productos “necesarios” adquieren nuevamente su estatus de prioritarios e indispensables para la sobrevivencia.

En China, concretamente en Wuhan, donde la epidemia inició su imparable expansión, los ciudadanos prácticamente han estado encerrados, y ahora que, al parecer, han controlado el virus, los chinos apenas salen de sus residencias en medio de grandes medidas de seguridad, para no recaer. Esto mismo se vislumbra en Italia, España, Estados Unidos o en El Salvador, ahora golpeado directamente por la pandemia, pero la tercera oleada se está dando y está generando una disonancia cognitiva sobre el término de distanciamiento social y protocolos de bioseguridad. 

Hoy más que nunca el Internet y las diferentes plataformas de comunicación se han convertido en las herramientas esenciales para la relación entre los individuos con sus vecinos, amigos y familiares, pero, además, el fenómeno trasciende el ámbito familiar y entramos a lo productivo y social, de tal forma que el teletrabajo hace su aparición de manera masiva y fundamental para “no parar el mundo”, y, por supuesto, la educación a distancia no se queda atrás

Y por eso es necesario hacer una revolución cognitiva en el sistema educativo de cómo formar en la nueva era que se aproxima. Bruner afirma que “la mente humana en tanto nos faculta para procesar, filtrar y manipular la información que recibe” (1956), es decir, el esquema ambiente-cognición-conducta se están manifestando en la nueva adopción de un aula virtual y de una clase dictada en momentos asincrónicos y sincrónicos. Mientras se discute mejor el regreso al aula física, y propiciar en el diseño y en el desarrollo curricular de las ofertas académicas un nuevo modelo: lo semipresencial. 

Esto tiene su base con los manifiestos de Karl Max (1848), quien en su libro: El Manifiesto del Partido Comunista, vincula al hombre como un ser social, que requiere de materiales de vida y de una superestructura ideológica para asumir los valores de la revolución industrial 4.0; por ello, las IES deben propiciar el devenir histórico para reducir la brecha digital y propiciar estos aportes teóricos de una educación que construya un modelo híbrido, que contenga lo mejor de la virtualidad y de lo presencialidad para encarar las nuevas dinámicas de la productividad, sin retroceder ni abandonar los procesos de digitalización que se han ganado durante el año y siete meses de pandemia. 

Conclusiones

Entonces, que queda por concluir, que la sociología seguirá siendo la base para comprender las nuevas dinámicas de los hombres y de las mujeres en la sociedad; así como estará vinculada a los procesos formativos para configurar nuevos ciudadanos bajo otros procesos de diseño y desarrollo curricular que permitan la adaptabilidad al cambio, a la innovación y a la resolución de problemas, desde lo disruptivo. 

También, hay que ser conscientes de que la educación a distancia que ahora se desarrolla en las instituciones educativas, debe hacer caer en la cuenta a todos los actores educativos de que la educación virtual ha llegado para quedarse en la sociedad. Sin embargo, apenas se están probando sus beneficios y la potencialidad que esta tiene. Y estas son nuevas oportunidades para profundizar en objetos de estudio en la sociología educativa. 

Aun así, el desafío para convertir a esta forma de aprendizaje en un modelo de educación estable y sostenible en El Salvador requiere al menos de tres líneas de acción decisiva: uno, trabajar muy duro para formar profesores, administrativos de la educación y, en general, reconvertir los centros de estudios superiores para que puedan trabajar con la modalidad de la educación a distancia, particularmente la virtual. Esto pasa por tomar conciencia de la nueva realidad. Ahora los salvadoreños están frente a la oportunidad de hacerlo con la crisis. Es, quizás, la única ventaja que esta tiene sobre la presencial, aunque no solo porque “se amplía hasta la casa en un período de cuarentena”, sino porque pone en el centro de la educación al sujeto, al estudiante, a la persona como artífice de su formación, tratando de dar respuesta a las necesidades de la sociedad actual. 

Es necesario que esta sociedad haga cambiar a todos sus actores, sector privado y público, la clase política y, en general, a todas las fuerzas vivas y las ponga a caminar, en conjunto, para alcanzar los logros de país, particularmente en un modelo educativo moderno y eficaz, envolvente y sobre todo incluyente. 

Esta también requiere de una nueva estructura y superestructura ideológica, construir la infraestructura propia para desarrollar de manera robusta la educación a distancia. No se trata simplemente de poner al servicio de la sociedad a servidores sólidos que aguanten la carga y ampliar el ancho de banda (y poder así conectarse todo el mundo, sí todos, como se hace para tomar con el aire que respira), sino también implica desarrollar el mundo de las aplicaciones y de las plataformas de interconexión.

Quiero finalizar con una idea que conlleva este planteamiento: el trabajo cooperativo en entornos virtuales de aprendizaje. Montse Guitert y Ferran Jiménez (2008), en un trabajo teórico sobre el tema, citan a autores como Johnson y Johnson (1989), Slavin (1990), y Echeita (1995), quienes coinciden en plantear que los miembros del trabajo cooperativo en entornos virtuales deben trabajar en condiciones adecuadas para resolver un problema de manera conjunta en la revolución industrial 4.0

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