El renglón académico de Lovey Argüello en «La luz del amor jamás será ceniza»

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El discurso íntegro de la académica en la presentación de la antología realizada por el investigador Mario Zetino. » Es de aprovechar el aniversario 75 del poeta para releer y hacer nuevas valoraciones de este clásico, pues dichas lecturas y conversaciones hacen posible que la cultura del país se renueve, se re-cree y avance”, cita Lovey a Zetino

La palabra que escribo

la he venido escribiendo

desde que tengo uso de palabra.

Lo que me hace vivir es la fidelidad de la palabra”.      

David Escobar Galindo

Fidelidad de la palabra. Ofrenda de luz. Faro seguro. Y, sobre todo, dueño de sus esperanzas. Así  cataloga Mario Zetino al poeta David Escobar Galindo. Fue así cómo él se adentró en su poesía, ojo de agua que se convierte en un océano que corre, sutil, envolvente, pero a veces, aunque no se descubran las huellas, es poderoso como una corriente que, sigilosamente, estalla en los acantilados del alma. Ahí se acercó Mario, descalzo, y se mojó. Sí, de lluvia torrencial que le brindó mosaicos inusitados.

Frente a la poesía de David, nuestro antólogo supo, desde el inicio de la lectura de más de 50 libros editados y otros inéditos, que estaba frente a un universo cautivo que ansiaba desbordarse e ir más allá del papel y que los versos contenían varias partituras, varias direcciones posibles. Pequeños versos van formando pliegues en el alma y luego se desbocan. Entonces oímos cantar al viento que nos presagia que la profundidad es también un arco iris y, a la vez, un huracán. Y el asombro lo atrapó. Y se propuso leer y leer porque la tarea era grande.

Mario Zetino nos sugiere cuatro cualidades, que para él, caracterizan la obra poética de David:

  1. Una propuesta estética y ética humanizadora
  2. La trascendencia como eje y tema constante de la obra poética
  3. La voluntad de una comunicación constante con los lectores
  4. Una apertura incondicional al impulso creativo

Para el investigador, cito: “es de aprovechar el aniversario 75 del poeta para releer y hacer nuevas valoraciones de este clásico, pues dichas lecturas y conversaciones hacen posible que la cultura del país se renueve, se re-cree y avance”

Como opinara María Zambrano, que “realizarse poéticamente es entrar en el reino de la libertad y del tiempo, donde sin violencia, el ser humano se re-conoce a sí mismo y se rescata, dejando, al transformarse, la obscuridad de las entrañas y conservando su secreto sentido ya en la claridad”, iniciaré mi entrada en el “reino” de los once libros que nuestro antólogo y poeta nos comenta con profundidad.

“EL  BRONCE  Y  LA  ESPERANZA”

El autor, a través de este poemario, hace un viaje espiritual hasta llegar a la unión con la divinidad. Pero más allá de este tema, nuestro investigador ahondó en el sentido de permanencia en David y nos comparte sus pensamientos, cito: “El ser esencial o yo profundo, lo espiritual, lo metafísico, la trascendencia, el viaje espiritual o viaje existencial, lo divino y la relación con lo divino: su búsqueda, los intentos por comprenderlo, las experiencias de ello, etc. Más que temas recurrentes, sería más adecuado decir los aspectos de la experiencia humana de los que tratará muchas veces el autor”.

En David, la esperanza sí tiene un albergue: el corazón del hombre. Así me lo explicaba Mario al comentar que su mente se había vigorizado con sólo leer la obra del poeta. Por ella se incorporaron aquellas palabras no dichas, pero sí insinuadas para un corazón de bronce, para un corazón sonoro.

“CAMPO  MINADO”

Hölderlin aseveraba que el poeta es también un profeta, alguien que se adelanta a los tiempos, a los hechos. En breve, los versos de David, en este libro, son premonitorios. Hablamos de 1968, año en que fueron escritos , pero su publicación se llevó a cabo hasta 1981.

 ¿Qué opina Mario de la guerra?  Que es inmoral; que es el dominio de la pasión sobre la razón: la locura colectiva. Y, sobre todo, que el humo de las guerras tarda en disolverse más aún que los combates mismos.

En este poemario, David se define a sí mismo, con el poema: “Yo no soy”:

Yo no soy Pedro,/ Juan,/ ni Segismundo. Yo soy un soplo de aire./ Un sonido que pasa./El sonido fugaz de un milagro profundo./ Pues soy más que la carne misteriosa/ en que alguien –una vez-/ me trajo al mundo”.

David Escobar Galindo

“Un sonido que pasa”: Una muy breve y escueta biografía, una canción que a nuestro antólogo le parece eso: una música que resume la más alta dignidad del arte, siendo a la vez sustancia y forma.

“EXTRAÑO  MUNDO  DEL  AMANECER”

¿Cómo se afianza en el individuo los valores de la vida, la esperanza, salvándolo del engranaje, del tentáculo que deshumaniza, que perturba?   Eso es lo que Mario nos descubre en este poemario, tan singular –por decirlo de alguna manera-, tan poético y a la vez tan sincero, tan conocedor del sufrimiento humano, de la sangre derramada. Y Mario lo intenta comprender, volverse uno con el poeta, cuando éste dice:

Detrás del aire y sus pequeñas hojas/  de seguro se esconde la mano de un creador todopoderoso,/ y nada es más triste que pasar por la vida/ sin intentar siquiera una secreta plenitud

(Carta abierta al día de mañana, David Escobar Galindo)

La juventud va con todo, lo quiere todo, nada lo amilana. Sí, nuestro antólogo se sintió abrumado por el contenido de este poemario. Y es que en él amanecía un nuevo ser, un poeta que iba directo al dolor, a la herida. Y la hizo suya. La absorbió. Y nos la propone porque, cito: “Cada ser es un río de estrellas,/ y cada voz el fruto/ de la perennidad del universo”.  (El fruto)

«DISCURSO  SECRETO»

Me referiré a David cuando dice: “Discurso Secreto es un filme poético de filiación vanguardista, en el fondo y en la forma. Es una serie de imágenes superpuestas, fluyentes. Lo que aparece a primera lectura es la irracionalidad de la realidad, tal como yo lo percibía en aquellos desbocados años. Mi obligada toma de contacto con la clandestinidad me había hecho entender que vivimos en planos. Esa dualidad es patente en Discurso Secreto: el largo poema es surrealista, su trasfondo es el momento de la razón que busca asideros en medio del caos. No sé si peco de parcial cuando digo que Discurso Secreto es mi obra más densa y vital. Allí soy el poeta que sube a una colina, y ante el espacio llora como un dios”.

Platicando con Mario acerca de esta confesión, fui testigo de otra: él también lloró así como lo hice yo. Discurso Secreto: declaraciones que dan paso a la honestidad más elocuente y profunda. Atardecía en David, quizás por primera vez. Y nos cayó la noche, la noche del alma.

«TRENOS  POR  LA  VIOLENCIA»

En esta compilación, sobresale Duelo ceremonial por la violencia, donde se destaca la agresividad en el pétreo corazón del hombre. Y es que, como opina Antonio Gala,” vivimos de prestado, como unos breves huéspedes, en este hermoso mundo y, antes de irnos de él, cuánta fatiga nos tomamos por arrasarlo”. Cuánta verdad hay en esta reflexión. Vivir es decir sí a este mundo, no es devastarlo ni aniquilarlo. Mario se siente sobrecogido, más que todo por la última estrofa que dice:

“Húndete en la ceniza, perra de hielo,/ que te trague la noche que te procrea; / por la sangre en el viento, no en su recinto,/ dondequiera que nazcas, ah dondequiera, / sin descanso de estirpes, años y mares,/ sin descanso, violencia, maldita seas”.

David Escobar Galindo,

La experiencia del poeta nos conecta, auténticamente, con su vivencia. Mario considera que esta hora es una hora nocturna. Y piensa como Heidegger: “Ay, nuestra generación camina en la noche, vive como en el Infierno, sin lo divino”. Las vastedades del cielo se nublan y la música de las esferas celestes se vuelve una con el dolor, con el abandono desesperanzado frente al mundo en llamas.

«SONETOS  PENITENCIALES»

Son sesenta y seis sonetos que, como David mismo aclara, tienen un cariz visceral y crudo. El libro fue compuesto entre 1979 y 1982, años en que empezaba el conflicto armado. Por eso todos los poemas tienen fecha. Además, estos versos recrean los temas como: la angustia, el miedo, la desolación y la muerte. Nuestro antólogo, al volver la vista atrás, se encuentra con la muerte que él siente como suya, es de su familia, de nuestra familia ,y él,  igual que David, se estremece al leer:

“No importa. Un hombre ha muerto. Ahí la llaga./ ¡Y aunque la vida es nube transitoria,/ sólo la vida importa, que se apaga!”.

David Escobar Galindo

Y quizás este joven se pregunte si todo lo que es polvo y vuelve al polvo, ese puñado de tierra que nos prestó la tierra, será para fructificar, a pesar de la violencia. Sí, ahí la llaga que se infecta. Y aparece el llanto.

«DOY  FE  DE  LA  ESPERANZA»

“Siempre hay algunos que se van; pero tú te quedas. El peligro es enorme, la inseguridad es profunda, el miedo es inevitable; pero tú te quedas”.

David Escobar Galindo

Así da inicio este poema en prosa: Los que se quedan, texto emblemático que dio aliento a quienes se aferraron a nuestra tierra en los momentos de la ofensiva final. El poeta ha dicho, con este texto, un sí rotundo a El Salvador. Y así, le contó las llagas al sol.

Y Mario confirma esta certeza: las horas más oscuras son las que preceden a los amaneceres; la cantera de la esperanza nunca se desgasta; la esperanza brota del caudal de la fe;  se gesta en el hoy; germina en el corazón que se prodiga. Esta  ha sido su gratificación: comprender –a través de los poemas- que los relieves de la esperanza jamás se agotan a pesar de las sombras más densas.

«TALLER  DE  MADRIGALES»

En el Libro del fiel, David reúne cuatro colecciones entre las que se encuentra Taller de madrigales, poemas breves, sencillos, dedicados a su esposa, Titi. Son poemas que cantan al amor feliz, por ejemplo:

“Tengo que mirarte/ muchas veces al día,/ para que el día me conserve lozano para siempre”. Y es que la mirada de Titi es su tierra prometida, es una aleación de luceros. Y David vuelve a casa cada vez que se adentra en su mirada. Y en otro verso le dice: “Para mí, el fin del mundo/ sería el mundo sin ti”.

David Escobar Galindo

¿Qué opina nuestro antólogo? ¿Se pudiera decir que David lleva el núcleo del fuego en su corazón, y es por Titi?  Diría, con Novalis, entonces: “Todo objeto amado es el punto central de un paraíso”.  Paraíso inagotable, con una perspectiva infinita, que jamás se agota; es lo que está más allá  y por eso necesita revelarse.

«HOMBRE  HACIA  DIOS»

“Que grato es ver a Dios sin perseguir su sombra.

Inspirador sentir su frescura en el agua,

su asistencia en el aire,

su cariño en la tierra,

su confianza en el fuego.

Qué fino es ser en Dios sin que Dios se de cuenta.

Revelador saber que el fuego se hace fiel entre sus manos,

que la tierra descalza lo acompaña,

que el aire tibio lo difunde,

que el agua mansa lo confiesa.

Qué pleno es no importar si Dios existe,

porque está aquí de todos modos”.


David Escobar Galindo

El hombre a solas busca a Dios en su propio corazón más que en la obra de los cielos. Lo busca en su intimidad ya que  ese vaso de inmensidad, que es su corazón, palpita entre las creencias más disímiles. Mario piensa que la búsqueda de lo divino nace de la necesidad de tocar lo eterno, que puede ser algo inmediato, algo que sucede en un instante siempre que se viva intensamente. Luego, la memoria lo vivificará y florecerá en un recinto del alma.

«ARTESANÍA  INMEMORIAL»

En este poemario, David nos habla acerca de las realidades últimas de la vida. Y con él asumimos el rol de peregrinos, tal y como se sintió Mario al leerlo.  Peregrinos que nos vemos enfrentados a la irrepetible hazaña que es vivir. Pero es un vivir consciente, apasionado.

“Donde quiera que vayas te hallarás con un eco de ti mismo./ Con un eco escondido quizás en un ánfora./ Desnudo entre los pétalos de un rosal que habla en lenguas./ Desvelado en la luz que el Sol se canse de reseñar/ espejos redimidos”.

David Escobar Galindo

 Con Mario llegamos a varias conclusiones, después de haber repasado los poemas.  Y una de ellas, con la cual termino esta presentación, es de Gonzalo de Rojas: “Y cuando escribas, no mires lo que escribas. Piensa en el sol que arde y no ve…”

«EL  SOL  ARDE  Y  NO VE»

Nuestro antólogo tuvo que caminar en un campo labrado con palabras y desde ahí, vislumbrar amaneceres y ocasos.  Se convirtió en un solitario que se identificaba con los sentimientos, con las espigas que –bien regadas- alimentan las ansias más apremiantes. Y asumió su fortuna de labriego de una ruta que lo hizo arder, pero en este caso sí viendo todo, sintiendo todo, asimilándolo todo para donar el fruto de su esfuerzo: “La luz del amor jamás será ceniza”.

 Y, me atrevería a decir que Mario es un reflejo de Sol que nos regala el umbral de visiones que es necesario rescatar, conocer, vivir, amar.