Desacierto en la película Actos de venganza: Error histórico, ignorancia o simplemente manipulación crasa, lo cierto es que tratar de justificar la violencia y la venganza con el estoicismo y Marcos Aurelio, es una aberración que deja mucho que desear sobre el conocimiento histórico y filosófico
Por Ricardo Chacón
Una noche cualquiera, antes de dormir, enciendo el televisor y me conecto a Netflix para entretenerme con una película. Veo una que parece buen prospecto, un filme reciente: Actos de venganza (2017), protagonizada por el actor español Antonio Banderas (El de la piel que habito, entre otras), el histrión neozelandés Karl Urban (el de Star trek y El mito de Bourne) y dirigida por el israelí Isaac Florentine (el de Invicto 3 y Ninja).
Comienzo a ver la cinta, luego de una escena violenta, al parecer sin sentido de vuelta al pasado. Te enteras de que trata de un abogado exitoso que sabe utilizar los subterfugios de la ley para liberar criminales, pero le asesinan sin piedad a su esposa e hijas […] el caso pareciera que se convertirá en una cifra más de la impunidad; sin embargo, luego de una desazón emocional y un proceso de autodestrucción, Banderas, el intérprete principal del largometraje, se ve mezclado en una riña callejera, es herido y cae en el estante de una librería. Las heridas son contenidas por un libro que resulta ser las Meditaciones de Marco Aurelio.
La excusa para aparecer el texto “va más allá” y Banderas “se convierte” en un hombre disciplinado, con objetivos y metas claras como pareciera ser los principios estoicos y comienza su venganza, no solo para descubrir los asesinos de su esposa e hija, sino detenerlos y llevarlos a la justicia. Incluso deja de hablar como parte de su disciplina estoica.
La crítica de la película fue implacable no solo por la trama, poco desarrollo de la línea argumentativa sino por su realización pobre en la producción cinematográfica. Los Angeles Times aseveró que se trataba de un film “bastante ridículo, pero con una Banderas con un extraño propósito, se sincroniza lo suficientemente bien para justificar sus emociones rápidas, baratas y estúpidas”. Otras críticas son más duras, “Acto de Venganza es una película que pretende ser estilizada, pero que resulta es un ejercicio dramático superficial y con una trama descabellada”.
Y es que la trama en cuanto tal, Matt Venne, quien es escritor nacido en Estados Unidos en 1974 y guionista de la cinta, tuvo la “brillante idea” de justificar y darle motivos a Banderas para que vengara a su esposa e hija tomando las enseñanzas de los estoicos y, en particular, de Marco Aurelio.
Desde mi punto de vista, y por eso digo que se trata de una ignominia, la idea de Venne es errada, totalmente errada. Es injustificable tomar algunas citas de Marco Aurelio y traer cuenta a los estoicos para justificar la venganza; esto es lo que quiero develar en esta nota, amén que me permitirá dar una visión a vuelo de pájaro de la importancia del estoicismo y el papel del emperador romano, Marco Aurelio.
No se trata de vivir para saber, sino saber para vivir
Los estoicos forman parte de un movimiento enmarcado en la tradición griega, ubicada en grandes rasgos entre los años 350 y 250 a.C, cuando inicia el período helenista y finaliza la época clásica. Esto coincide con la muerte de Aristóteles, quien con su sistema filosófico “da coherencia a la cultura hecha por y para la ciudad-estado”, así como la muerte de Alejandro Mago, quien con sus conquistas termina con un sistema sociopolítico y que funcionó durante cinco siglos, caracterizándose por su autonomía.
Paradójicamente, por un lado, el desaparecimiento de Aristóteles dio fin a la “unidad” mental, filosófica y política de los griegos, y por otra, la desaparición de Alejandro, quien conquisto medio mundo antiguo posibilito el “ingreso” de las ideas de otros lares, que a la larga fueron determinantes para las siguientes épocas, incluida la helenista.
El período helenista cierra una civilización, dando paso a otras ideas que modifican el orden mundial de ese momento. Video tomado de Academia Play
Es precisamente en este período en que aparecen los estoicos, dando una respuesta a la crisis de la época, así como también lo hicieron las corrientes epicúreas y el escepticismo. Tal como lo dice en la introducción del texto Meditaciones, elaborado por Francisco Cortés Gabaudán y Manuel J. Rodríguez Gervás, los estoicos no sobresalieron por su aparato teórico filosófico sino por:
«Adaptarse a los cambios sociopolíticos y, por ejemplo, frente a la ley, que representa la ciudad clásica, impone la naturaleza y se intentará conocer al hombre a través de su relación con ella. La libertad consistirá en saber adaptarse a la propia naturaleza, independizarse de su contingencia externa y buscar la tranquilidad de espíritu y felicidad”.
Por los años 335-262 a.C. Zenón n (procedente de Citio, Chipre), filosofó en el Pórtico Pintado del Agora llamado Stoa, de ahí su nombre, dio paso a los estoicos; su pensamiento fue desarrollándose y se adaptó con éxito a otras épocas y lugares diversos como la propia Roma, cuya introducción plena se origina en la segunda mitad del siglo II a.C. y en época imperial adquiere su pico más alto, teniendo como su máximo representante, un emperador, Marco Aurelio, autor de la obra Meditaciones
Los estoicos no intentan combatir las nuevas realidades históricas, sino que tienden hacia la introspección, la salvación personal, y en definitiva la felicidad y el bienestar. Tal como lo dice Eleuterio Elorduy: “el estoicismo no va elegir la vía platónica en la que prima lo colectivo, no se inclina hacia la ley ciudadana, que ahora se muestra escasa de operatividad, en entredicho por la constitución de formaciones políticas superiores, sino que tiende hacia lo individual a través de la naturales, eje que sirve para igualar a los hombres, en tanto que la naturaleza nos hace en principio iguales”.
En este sentido, todos tenemos una misma representación de las cosas y de la propia naturaleza, pero no todos sabemos interpretarlos de igual manera: es necesario la reflexión filosófica. En este punto, a través de la reflexión y la consiguiente educación, donde se unen naturaleza y bien común. Esta relación hace que podamos hablar de estoicismo como una doctrina propedéutica, un pensamiento educativo para que la persona realice lo que le dicta su alma, de ahí su tendencia, de claro tinte socrático, hacia la elaboración de un sistema donde prima la moral: no se trata de vivir para saber, propio de la filosofía helenística, sino de saber para vivir, dice en Francisco Cortés Gabaudán y Manuel J. Rodríguez Gervás, página 17 de la introducción a Las Meditaciones.
La filosofía estoica estructura su edificio conceptual en torno a tres cuerpos, lógica, física y ética; entendidos no de maneras separadas sino imbricadas unos en otros, dado que los tres estudian una misma cosa, el universo racional, se dice textualmente.
Sin embargo, el tema es complejo, por lo menos así lo plantea el especialista Eleuterio Elorduy, en su obra El Estoicismo, quien plantea ampliamente tres cuestiones, uno: el origen tiene que ver con los semitas, población del Próximo y Lejano Oriente, sí el pensamiento oriental, luego traslado al período helénico en Grecia; dos, el carácter multilinguista que significó esto de tal forma que algunos conceptos más vivenciales de los árabes fueron entendidos con la mentalidad griega; y tres, y los agregados, a este pensamiento, no solo de los griegos antiguos sino en la edad media luego del renacer del aristotelismo.
Por ejemplo, esto explica dice el experto: “como Séneca experimentaba en el fondo de su ser con los esclavos y gente humilde una afinidad humana universal, que estaba muy lejos de sentir en la lectura de los pomposos discursos de Cicerón y en la poesía de Virgilio compuesta en homenaje a los descendientes de Venus, dueños del mundo”.
Pero bien, dejemos para los estudiosos estos problemas, pero lo cito para señalar y denunciar las mentes pobres y pusilánimes que tratan de reducir y utilizar de manera superficial, el pensamiento de los estoicos como una mera camándula de acciones para ser “perfecto”[…]!qué pobreza! Como también lo es quienes intentan manipular las Meditaciones de Marcos Aurelio.
Marcos Aurelio, el emperador estoico
Marcos Aurelio se le conoce por su obra, Las Meditaciones, una de las máximas expresiones del estoicismo que llega de Grecia a Roma; la clave de esta obra, no tiene semejanza ni con el decálogo de Moisés, ni con la elaboración sistemática del pensamiento estoico, ni mucho menos clases de moral o narraciones históricas de la época, simplemente se trata de una serie de reflexiones, reflexiones íntimas; como se dice en la Introducción de la obra: son breves pinceladas dispersas sobre sus gustos y anhelos, soliloquio espiritual y filosófico de un emperador preocupado por construir una ciudad interior que corriera mejor fortuna que su imperio”.
El historiados Edward Gibbon, sostiene “quizá es el único momento de la historia en que la felicidad de la gente era el principal objetivo del Gobierno”; el estoicismo tuvo una influencia decisiva en esto, no por considerar como objetivo principal la mejora social sino que consideraban prioritario ser virtuosos y buscar el bien común sobre los intereses egoístas; el emperador Marco Aurelio quizá fue su principal exponente sobre los otros emperadores de esta línea, Galba, Trajano, Adriano y Antonino.
Un repaso por los emperadores del Imperio Romano. Video tomado de Academia Play
En este sentido, permítanme señalar varias cuestiones de la obra de Marco Aurelio:
En libro primero, Marco Aurelio hace una serie de recuerdos de sus familiares, amigos, maestros que han dejado una huella en sus acciones. Sin embargo, hay que enfatizar que se les recuerda más que por técnico que le aportaron, por enseñarle un saber relacionado con la cotidianidad, esto es, un conocimiento que pretende formar el carácter, muy en la línea del estoicismo.
Nos equivocaríamos. Sin embargo, si pensáramos que la enseñanza romana pretendía únicamente una formación centrada en el propio individuo; la finalidad última del aprendizaje entre los nobles consistía en crear “buenos” ciudadanos romanos, cuyos conocimientos y saberes les permitieran reconocerse entre ellos, y diferenciarse del resto de la ciudadanía.
De todas formas, Marco Aurelio parece, a simple vista y esto es quizá “influencia de los semitas, de los orígenes oscuros del estoicismo, distinguirse de la élite, agradeciendo a su madre que le impidiera parecerse a los ricos (Meditaciones, libro 1.3) y al propio Frontón por animarle a alejarse de la afectación de los patricios» (Meditaciones, libro 1.11).
Pero vamos al fondo, en Marco Aurelio, como lo dice el maestro de la Universidad de Alicante, Jesús Daza Martínez, es constante la idea a pensar y vivir según el Logos, a vivir y comportarse conforme a las exigencias de la naturaleza, esto es el hombre estoico; me explico, el fundamento mismo de la filosofía radica en vivir como quiere la naturaleza.
“Satisfacción para el hombre es hacer lo propio del hombre. Propio del hombre es la benevolencia para lo connatural, el desprecio a las incitaciones sensoriales, la diferenciación entre las representaciones convincentes, la contemplación de la naturaleza del todo y de lo que surge según ella”, dice textualmente Marco Aurelio en el punto 8.28 del capítulo 8 de las Meditaciones.
Esto lo lleva a plantear, entre otras cuestiones, que es vano buscar la dicha en las riquezas, en el placer, en la gloria. Se trata de vivir más allá y descubrir los principios que regulan los instintos y las acciones; viviendo, según ellos, conforme a las exigencias de la naturaleza racional: el hombre será justo, independiente, virtuoso, libre. En ningún momento, se deja arrastras por las pasiones, vivir contra la naturaleza, como lo es la violencia, la venganza, el aplastar a los otros.
Para remarcar esto, la ley a la que debe de respetarse y vivirse según ella, está fundada en la naturaleza y en la razón, la justicia está en el origen de todas las demás virtudes, tal como lo explica en las Meditaciones, en el libro 11; igual señala los bienes supremos de la vida humana, en primer lugar, la justicia, seguido de la verdad, de la templanza y del valor[…]vivir es ser fieles a las exigencias de la vida racional y la finalidad esencial es la sociedad, la Polis.
Cuestión que nos lleva a plantear con claridad, que la obra de Marcos Aurelio, la de los estoicos, no se resume ni se agota en la “individualidad” en la moral individual, sino que esta trasciende, trasciende al bien común, al bien en sociedad.
Para rematar esta idea, Marco Aurelio sostiene que en la obediencia a la ley está el secreto del bien del Estado; la íntima relación entre el derecho y la Polis se expresa en la lapidaria frase, consignada en el libro 10, nada daña a un ciudadano si no daña a la comunidad, y nada atenta contra esta si no atenta negativamente a la Polis, al ciudadano.
Se valora el derecho, las leyes, pero también los valores morales se asemejan el obrar, según la justicia con el obrar conforme a la ley. En ninguna parte, esto tiene que ver con la venganza planteado en el fin ACTO DE VENGANZA.