Investigación ECC: la tormenta psicológica en los certámenes de belleza- Parte 2

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Más allá de las típicas peleas de niñas, las concursantes se someten a una tortura psicológica promovida por los propios directores, los padres de familia y las otras chicas que buscan la corona. Esto es gracias al sabotaje, la estrategia de guerra que desnaturaliza los eventos de belleza

https://youtu.be/XkMASUbKUgk

Una recreación audiovisual del concurso Miss World 2011 en Londres. Hoy te contamos cuáles son las presiones psicológicas a las que son sometidas las concursantes para agenciarse una corona.

Por: Rut Elisabet Aquino Cristales & Jonathan Jordan Cruz Mira 

Asesora de investigación y editora: Metzi Rosales Martel

Las señoritas llegan a sufrir el control total por parte de sus organizaciones. Karen Castro, Nuestra Belleza Mundo 2011, tuvo a una persona encargada con una tarea específica: rastrearla y monitorearla todo los días. La exreina recalcó que no le dejaban ni respirar. Controlaba cada movimiento de Castro, aunque sus actividades diarias no tuvieran nada que ver con el concurso.

Gabriela Dueñas, quien es una joven muy atractiva, ya no es reina. En lugar de usar vestidos de gala, usa bata blanca. Sus días de corona quedaron atrás. De su cuello cuelga un estetoscopio. Es una estudiante de medicina en una de las prestigiosas universidades en El Salvador.

Cuando participó, por primera vez, en un concurso de belleza, su autoestima era susceptible a comentarios negativos. Aceptaba la crítica de todos, en especial, la de su director. Está consciente que hacía caso a todos los cambios que le sugerían en el concurso. Tal cual, como si el pequeño diablito se le subiera al hombro y le dictara al oído: “opérate la nariz”, “ejercicio, ejercicio, ejercicio”, “broncéate”, “no te vayas a cortar el cabello”.

“Mi director me decía la imagen que debía de tener. No podés hacer lo que querés con tu cuerpo”, confiesa Dueñas. El colmo fue cuando el director le sugirió retirar un ciclo de la universidad, porque le decía que la iba a mandar a un montón de concursos. Casi la convence, pero sus padres no dejaron que lo hiciera.

En su primer concurso internacional, realizado en los Estados Unidos, tuvo malas experiencias porque detectó diversas irregularidades. Le obligaron a pagar 180 dólares por maquillaje y peinado. Si no pagaba esa cantidad, no le entregaban la banda de su país. “Una manipulación bien fea que vos veías que solo les importaba el dinero. Ese día nos hicieron un maquillaje tan horrible que vos no tenés ni idea, o sea, yo siendo adolescente y me pusieron negro en los ojos y un negro que hasta se me salía de la boca para que yo perdiera, porque pusieron a otra niña que querían que ganara, que ni siquiera había hecho una de las categorías. Ese era el 10 por ciento del concurso, y solo ganó porque ella estaba ya metida en la organización”, revela.

Lea primera entrega: “Estudio exploratorio sobre la violencia, el abuso y la discriminación en los concursos de belleza realizados en El Salvador de 2007 a 2017”

Investigación ECC: El precio de la corona – Parte 1

En busca de la perfección

—¿Y qué les preguntan en la entrevista con el jurado? — le cuestionamos a Joselyn Mejía.

— Cuando yo empecé la entrevista me preguntaron ¿si estaba de acuerdo con las cirugías plásticas?, ¿qué corona quería?, ¿cuál era el estereotipo de una mujer para entrar a un evento de belleza?,¿qué estaba estudiando?, ¿cuál era mi talento?, ¿qué si tuviera la oportunidad de crear una organización, de qué sería?

— ¿Y tú te has hecho alguna cirugía plástica?

—  No.

— ¿Te lo han exigido?

— Tampoco me lo han exigido, pero de mi parte sí quisiera una.

— ¿Qué te quisieras operar?

—  Los pechos.

— ¿Por qué pensás que es necesario que te los aumentés?

— Siento que, para un concurso de belleza, es rara la mujer que no está operada, uno lleva más desventaja. Tener una figura esbelta.

Para Joselyn Mejía, Miss Top Model of the World El Salvador, el tema de aumentarse el busto es serio, es necesario. La reina tiene un cuerpo fitness, va todos los días al gimnasio. Al observarla se le nota el ejercicio.

“Yo soy del concepto de que los concursos ahora ya no son de naturaleza”, afirma Tony Melara. “No es ‘bien linda natural’; no, siempre tenemos que hacerle algo. Hay que arreglarles la dentadura, o la nariz, o los pechos” agrega el maestro de pasarela.

Gabriela Dueñas le hizo caso a su director. Se operó la nariz. Y aunque pareciera que en El Salvador no se les exige, sí lo hacen. Por esa razón, Melara afirma que los concursos ahora se caracterizan por la belleza artificial, y pareciera que es un requisito pasar por el quirófano.

La disputa por una corona

Unos años antes de viajar a Guatemala, al concurso para coronar a la Reina de la Independencia Centroamericana, María participó en un certamen para elegir a reinas teen, es decir, adolescentes. Al parecer, el director no quería que ella ganara, pero el jurado la coronó.

“Hubo bastante abuso psicológico por parte de la organización, porque si vos no hacías lo que él (el director Francisco Cortés) te decía, te reputeaba. O sea, te hacía llorar enfrente de todas”, relata María. Para saber el otro punto de vista de estas y acusaciones en todo el reportaje, se trató de contactar a Francisco Cortés, pero nunca respondió.

Francisco Cortés quiso cambiar los resultados, según cuenta María; sin embargo, el jurado ya la conocía, y fueron ellos quienes se enfrentaron a Cortés para que la corona fuera puesta sobre ella.

— ¿Y él a quién quería?

— ¿Quería a otra niña que tenía mucho más dinero.

— ¿Le había pagado?

— Que le soltaba dinero, sí, porque a veces para los viajes toca pagarlo todo. Él te da solo el dinero del vuelo, entonces lo demás corre por tu cuenta. Cuando tiene niñas que no tienen tantos recursos, pasa que ellos tienen que desembolsar. Entonces va también con sus propios intereses, me entendés.

—¿Te amenazaba?

— Sí, me decía “si no hacés esto te voy a quitar la corona”.

Para María, la experiencia se volvió amarga. Recuerda que las paraba a todas en fila, y si hacían algo mal, se detenía la clase y les comenzaba a criticar. Se sentía agotada. Para María, que llegara el fin de semana era un martirio. “Decías: ‘ay no, tengo ensayo con él otra vez’”, relata.

La noche final, en la que Ibáñez debía entregar la corona a su sucesora, los medios de comunicación cuestionaban por qué no quería mandar a la reina a un concurso para que representara al país. Según relata, el director quería que ella se pagara los boletos de avión y que fuera sola al concurso siendo menor de edad, y tampoco quería comprar el de su mamá. “Me acuerdo de que ese día les comenzó a decir a todas que yo era una indisciplinada, un montón de mentiras, que estaba gorda, que no podía hablar en público”, comenta.

María no es la única que recibió la amenaza de que le quitarían la corona. A Karen Castro también se lo dijeron. Ya coronada como Nuestra Belleza Mundo 2011, los usuarios en redes sociales, que la atacaban constantemente, provocaron que Castro “no manejara bien las críticas”, y escribiera algo en sus redes sociales para defenderse. Al día siguiente, después de que ella hizo esa publicación, El Diario de Hoy lo tomó e hizo una nota del comportamiento de Karen. Fue entonces que TCS la llamó y le dijeron: “actúa de esta manera o te vamos a destituir”.

La pastilla que descalificó a Olga

Olga Flores, una joven de 22 años, de piel morena, alta y de complexión delgado, entró, en 2010, a participar en su primer concurso de belleza. Fue en su pueblo, San Alejo, La Unión, que se coronó en el evento organizado por la Alcaldía Municipal.

Debido a ese triunfo, el alcalde le propuso que fuera a representar a su municipio al reinado de El Golfo de La Unión, en 2016. Según Olga, fue casi igual al de su pueblo; sin embargo, la presión de su familia y de la gente se hizo más fuerte. Le decían: “tenés que ganar, porque tenés que ganar”, “tenés que traer la corona, porque sí”.

El día esperado llegó, y Olga iba acompañada de su representante. Este hombre se autodenominó como uno de los encargados en el concurso de su comunidad en 2010. En este certamen de El Golfo, “él se vendió con la de Yucuaiquín. Ella le dio dinero a él para ganar”, asegura Flores. Según ella, tenía posibilidades de ganar, debido a que le gustaba hablar mucho, modelaba bien y se llevaba con todos. Era la favorita. Cuarenta y cinco minutos antes de que iniciara el evento, el representante de Flores le ofreció una pastilla relajante. “Yo le dije que no, que no quería pastillas”; sin embargo, él insistió y le dijo: “tomátela, te va a caer bien”. La manipuló hasta que Olga aceptó.

Al comenzar el evento, cada candidata debía hacer su presentación ante la audiencia.  Olga, al ser la más alta de todas las competidoras, salió de último al escenario. Mientras modelaba en la plataforma, comenzó a ver que todo el panorama se tornaba borroso y oscuro. La música y las voces de las personas que estaban en el público se escuchaban en segundo plano. Poco a poco, sentía su cuerpo adormecido. Al llegar al micrófono no pudo decir nada.

Dispuesta a salir del escenario, pues ni siquiera podía hablar, comenzó a caminar cuando, de repente, cayó desmayada. Todo el público presente vio a Olga que yacía en el piso de la tarima. Esta descompensación la obligó, automáticamente, a ser descalificada.

Guerra entre reinas

El estrés del concurso, el exceso de abusos que reciben y la riña provocada por la competencia, en ocasiones, genera tensión entre las reinas. Tony Melara, maestro de pasarela en Nuestra Belleza El Salvador, expone que en los concursos de belleza hay peleas, gritos e insultos. Es un bombardeo letal desde la psique. “No es un golpe en la cara, es un golpe bajo, psicológico o emocional”, agrega.

Algunas candidatas apelan a sabotajes para desfavorecer a sus contrincantes. “La saboteadora es la mala, es la que te distrae, te esconde cosas. Por ejemplo, ya ha pasado que la niña está por salir al aire y no está su tacón, no está la banda”, relata Melara. María Ibáñez cuenta que, en un concurso internacional, la representante de Ecuador comenzó a hacer difamaciones en su contra. “Decía que yo era anoréxica porque no bajaba a desayunar, y no bajaba porque prefería quedarme durmiendo unos 20 minutos más, y les decía a todas y a la organización. Lo hacía con el hecho de ponerte mal para que ellos te vayan descalificando”, añade.

Tony Melara explica que “en los concursos internacionales, la saboteadora, ya te ve arreglada y te dice: me encanta tu vestido, pero no me gusta tu labial. Juegan con tu cerebro. ¡Ay, me encantan tus zapatos! pero se te ven mal las uñas. O sea,  te están bombardeando piscológicamente”. Son estrategias psicológicas para generar inestabilidad a la competencia.

La noche en que Karen Castro fue coronada como Nuestra Belleza Mundo 2011, la reina se dirigió a su camerino. Cuando abrió la puerta, se dio cuenta de que su maleta estaba hecha pedazos. Toda su ropa estaba tirada. “Fue bien raro porque yo me llevaba con la mayoría. Hay como seis sospechosas, pero no te sabría decir si ellas fueron, solo que cuando entré, todas mis cosas estaban tiradas por todos lados”, detalla.

Según Castro, la competencia llega a un punto máximo de estrés cuando se avecinan las fechas importantes. Todas las participantes quieren hacer lo mismo, buscan ser las mejor arregladas. “Se agarraron varias, me agarré con un par yo también, y era una discusión. Pero, al día siguiente, ya todo tranquilo. Eran las típicas peleas de niñas, de drama”, asegura.

Joselyn Mejía, Miss Top Model of the World El Salvador 2017, está consciente de que “en este ambiente, nos tenemos que creer la mejor”. Tony Melara, cuando prepara a sus reinas, refuerza su carácter para que vayan al concurso “en modo perra”, como dijo Ana Cortez. “Yo les digo: tenés que ser fuerte, no mala, pero fuerte. No está en tamaño, está en porte. Que entrés y no pasés desapercibida”, añade Melara.

Durante su participación en el concurso de Reinado de El Salvador, la actual organización poseedora de la franquicia Miss Universo, y que además posee las franquicias de Miss International, Supranational, Top Model of the World y Mister International, Mejía relata que tuvo riñas con una de las participantes del concurso, que trascendieron de lo verbal a lo físico.

“La verdad se ganó como el odio de las otras niñas, porque ella se creía ganadora ella decía: ‘¡ay! que ese día me va a quedar perfecta la banda del Miss International’, de que yo soy acá, yo soy aquí. Ella se creía más que todas”, comenta Mejía.

En la noche final del concurso, su rival estaba siendo preparada para su participación. Josselin comenzó a mirarse en el espejo y ella le dijo: “te podés quitar”, con un tono agresivo. Además pasaba empujándola con el cuerpo, “comenzó a ofenderme esa noche final”, explica.

La antropóloga feminista Mariana Moisa dice: “Creo que no deberíamos de competir por la belleza. Las mujeres no somos enemigas por naturaleza. Entonces eso de la enemistad a partir de la competencia, o generado por la competencia, yo pienso que es nocivo, porque no genera solidaridad, vínculo, si no que te pone en una situación de competencia. No hay quien sea más bonita, yo pienso que hay bellezas, diversas”.

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Cuando Gabriela Dueñas ganó el concurso nacional, como es costumbre en los reinados de belleza, la reina saliente debía ponerle la corona a la sucesora. En la parte inferior, la corona posee pedrería en forma de “zigzag”, “es como puntudito”, y mientras era galardonada como reina, la saliente le incrustó la corona en la frente y le dijo: “para que te duela”. Dueñas relata que percibió que le caía mal porque “quizás quería que alguien más ganara o algo así. Yo solo me reí de ella”, agrega.

Dueñas, además, relata que en los concursos también “te patean tu vestido cuando vas caminando para que te tropecés”, o que mientras toman las fotografías, se empujan entre ellas para verse más. “Aquí es mi puesto, quitate”, añade.

La psicóloga Alfaro asocia estos casos a la Teoría del poder, que dice que la persona que es agredida busca a quién agredir, que es lo que pasa no solo en los concursos de belleza, sino en la sociedad salvadoreña. “El gran peligro, según el enfoque de poder, es que, quien recibe el abuso, va a buscar con quien desquitarse que sea menos poderoso”.