
Redacción: Amílcar Durán– Docente ECC
El juego del calamar continúa abordando la temática de la degradación humana por la ambición al dinero y de cómo el sistema capitalista ve a los seres humanos como “números” en una sociedad consumista, poco responsable con su salud financiera y abstraída de su realidad circundante. Dentro de este abordaje hay una crítica fuerte a los nuevos atrapantes sistemas financieros de monedas virtuales o “criptomonedas” que han llevado a muchos en la actualidad a hundirse en deudas y buscar opciones ilícitas de ingresos económicos. En resumen, una fotografía de la enorme desigualdad social generada entre la pobreza y la riqueza mundial.

Avaricia, odio, deslealtad, desconfianza, envidia, egoísmo y desidia se mezclan con la solidaridad, el amor, la búsqueda de justicia y la empatía para desnudar al Homo sapiens que llevamos dentro cada uno, en situaciones cargadas de analogías tan símiles a las de nuestra sociedad fragmentada; donde tomar una decisión se vuelve un acto de salvar el propio “pellejo” o el del otro y perder todo en el esfuerzo.
La historia paralela a los juegos que se desarrolla fuera de la isla que se centra en la búsqueda del lugar donde se realizan, atrapa en lo mínimo y se vuelve sosa con situaciones risibles, descontextualizadas y con personajes al estilo de mercenarios de tercera categoría.
Por último, el final de la temporada es lo más parecido a una escena de “policías y ladrones” básica; que no deja la incertidumbre para querer ver la 3era temporada, donde ya no importa si al actor protagónico (Lee Jung-jae) lo asesinan o termina de salvar el mundo en su travesía que nadie cree (sobre todo después de ganar alrededor de 31.5 millones de dólares en la primera temporada)
Las preguntas que nos deja “El juego del Calamar” al final de cada temporada, siempre son; ¿es esta serie en realidad el reflejo de nuestra sociedad ahora? ¿Será que fácilmente nosotros podríamos ser uno de estos personajes? y ¿Cuál sería nuestro límite por la ambición del dinero?