“Contenido publicado originalmente en Reason Why”
Retomado por Ricardo Chacón
Decano de la Facultad de Ciencias y Artes, director de la Escuela de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Dr. José Matías Delgado, docente e investigador y sobre todo, divulgador de las nuevas tecnologías y el impacto en la educación y la enseñanza de la comunicación.
rchacon@ujmd.edu.sv / ORCID:0000-0002-3357-6474
En este artículo se pretende describir la nueva herramienta, el impacto que causa, pero sobre todo tratar de interpretarla desde una perspectiva positiva, no negativa, ni destructiva, e incorporarla a la práctica diaria, aunque sabemos que puede ser utilizada para el plagio, la trampa y el engaño. Bueno, pero ¿qué herramienta, tecnológica o no, no puede, acaso, ser utilizada de manera negativa, nefasta, que lejos de engrandecer la humanidad la intente destruir?
Se pretende mostrar la relevancia de este tipo de instrumentos digitales que forman parte de los nuevos productos y servicios propios de la Cuarta Revolución Industrial y que abren una perspectiva interesante para enfrentar y dar respuesta a los problemas de siempre, a los problemas de la pobreza y de la marginación.
Conocemos y somos conscientes de los problemas de la Inteligencia Artificial y del ChatGPT, pero también sabemos de las potencialidades que posee. Una perspectiva ética es fundamental en su abordaje. Intentaremos analizar esta dimensión, sobre todo para la educación universitaria y para el aprendizaje de la comunicación social.
Palabras claves: ChatGPT, inteligencia artificial, educación e inteligencia artificial, comunicación e inteligencia artificial. Ética y educación en la inteligencia artificial.
- Introducción
Así de simple y claro: mientras el mundo vibraba desaforadamente por el Mundial de fútbol en Qatar, la compañía OpenAI, que tiene embobado a Silicon Valley, en California, Estados Unidos y que es una de las empresas líderes en Inteligencia Artificial (IA), lanzó por Internet el nuevo servicio que está desquiciando al mundo. En los primeros días se apuntaron cinco millones de usuarios y se están sumando por miles, de manera acelerada y exponencial, nuevos clientes en todo el mundo. No obstante, ahora para ingresar al servicio, además de estar casi siempre saturado, significa tener que pagar.
Esta herramienta de inteligencia artificial, ChatGPT, lo repito, es una locura que ha trastornado al mundo. La Real Academia de la Lengua da tres acepciones al término locura, a saber: privación del juicio, despropósito o gran desacierto, pero es la última la que pega de maravilla con la situación que estamos analizando: acción que causa sorpresa, exaltación del ánimo provocado por un hecho fuera de lugar, disruptivo, diferente por su impacto, que desquicia y altera a propios y extraños.
Y es que usar el ChatGPT y acceder al portal es simple: basta ir a la página chat.openai.com, abrir una cuenta con email y contraseña, pagar unos veinte dólares al mes y comenzar… Sí: comenzar a preguntar a un robot que nos responde de manera versátil como lo podría hacer un ser humano experto en tal o cual tema. No solo conversamos y nos da respuestas a nuestras interrogantes con bastante precisión y detalle, sino que además nos ayuda a redactar ensayos, correos e, incluso, a desarrollar códigos de programación e imágenes novedosas como si fueran creaciones hechas por un artista.
El chat no solo ha asombrado a propios y extraños por su acelerada viralización, o su novedad a la mano de cualquiera, sino porque toca las fibras más sensibles del quehacer del hombre: su educación, sus tradiciones, la forma de informarse y de construirse un criterio sobre tal o cual fenómeno. En definitiva, este invento ha venido a cambiar la forma de entender y ver el mundo de los seres humanos.
El periodista Biurrun, Alfredo (2023), en un artículo del matutino español La Razón, reporta con amplitud que, en octubre pasado, el fotógrafo Jos Avery abrió una cuenta en Instagram en la que comenzó a subir retratos no solo de gran calidad técnica sino de una profundidad humana singular. Esto pronto le granjeo un sinnúmero de fans y seguidores. Pero —¡oh, sorpresa! — de las ciento sesenta fotos publicadas solamente dos eran fotografías reales. El resto fueron hechas con tecnología de inteligencia artificial y luego retocadas.
Estos hechos, de entrada, nos plantean dos cuestiones que serán el eje de este artículo: Uno: al parecer, Avery inició el proyecto con la intención de mostrar lo que es posible hacer con la inteligencia artificial. Este invento permite la creación de textos con bastante coherencia y lógica y, por supuesto, imágenes, incluso artísticas. Sin embargo, y este es el segundo punto, en el camino se “olvidó” de esto y mintió a sus seguidores, ocultando el origen de las fotos, además de apropiarse de la autoría de la creación artística.
La gran pregunta que surge entonces es ¿cómo entender y evaluar la inteligencia artificial y sus herramientas?: ¿A partir de lo positivo y valorar sus potencialidades? ¿O hacerlo negativamente, porque su uso puede permitir el plagio, la mentira y la trampa?
Un hecho es contundente: la inteligencia artificial ha llegado para quedarse y ya es parte integral de “nuestras vidas”, de nuestro quehacer, de nuestro aprendizaje. Ahora bien, su uso supone una decisión ética. Sí, ética, porque tiene que ver con la toma de decisiones que realiza el ser humano racional, con principios como la responsabilidad y la dignidad.
Y es que las decisiones de las personas están al centro de su diario devenir. A cada momento los seres humanos decidimos. Y esto nos lleva a un planteamiento: para alcanzar algo necesitamos medios e instrumentos. Pero somos nosotros quienes decidimos cómo y para qué los utilizamos, tal como sucede en el caso de Avery o de cualquier estudiante que haga un uso negativo del ChatGPT al copiar un examen o un escrito.
Más allá de la mentira, el plagio y la falsedad, el dilema de siempre es el uso positivo o negativo de la tecnología, el uso positivo y negativo entre el hombre y el instrumento tecnológico, el uso positivo o negativo de lo original y de la copia.
La cuestión es compleja, entre otros puntos porque la inteligencia artificial genera instrumentos “que toman decisiones” en algún momento, luego de un proceso acelerado de “aprendizaje autónomo”.
Marín García (2019, pág. 4) sostiene que “junto con el problema de la autonomía, veremos también que la IA ha suscitado otros problemas de tipo ético como los de la privacidad, la seguridad, la selección de datos o la creación de hábitos de consumo”.
Bueno, Astobiza (2019) plantea incluso una “ética para las máquinas”, conocida como ética computacional o moralidad artificial que pretende investigar la implantación de principios y preferencias morales en la toma de decisiones de máquinas y sistemas artificiales.
Nuestra intención no es dilucidar este dilema sino brindar los elementos para entender de mejor manera la problemática. Pero, sobre todo, ponerlos en la perspectiva de la educación superior. A partir de la experiencia del ChatGPT, debemos reflexionar sobre el uso de ciertas tecnologías en la educación superior, en particular en las Ciencias de la Comunicación.
2. Esto de los chats no es nuevo
El ChatGPT no es el primero ni el único invento tecnológico. Es más: es un instrumento adicional que ha venido a engrosar el cada vez mayor número de productos y servicios de la comunicación digital a distancia que, en menos de cincuenta años, ha evolucionado rápidamente como todos los instrumentos tecnológicos digitales que han aparecido en el mundo desde antes del inicio del siglo XXI. Es innegable la enorme evolución que se ha dado desde la comunicación muy limitada entre dos personas hasta el uso de la Inteligencia Artificial para que el hombre pregunte y la máquina responda.
Luego de muchos años de arduo trabajo y de sueños truncados, las técnicas de aprendizaje profundo o “deep learning” han dado sus frutos. El camino va desde los planteamientos iniciales “basados en normas” que pretenden enseñar a las máquinas a pensar codificando una serie de reglas, junto con el desarrollo de las “redes neuronales” que pretenden emular el cerebro, hasta la obtención de datos que permiten a la máquina “aprender” a reconocer patrones, dándoles muchos, muchísimos ejemplos que les permitan luego tomar “una decisión”.
En la actualidad, el campo de la inteligencia artificial es una realidad. Oracle (2023) resume la cuestión de la siguiente manera: “El aprendizaje profundo se basa en capas de las redes neuronales, que son algoritmos vagamente modelados de la forma en que funciona el cerebro humano. El entrenamiento con grandes cantidades de datos es lo que configura las neuronas en la red neuronal. El resultado es un modelo de aprendizaje profundo que, una vez entrenado, procesa nuevos datos. Los modelos de aprendizaje exhaustivo recogen información de varios orígenes de datos y analizan esos datos en tiempo real, sin necesidad de intervención humana. En el aprendizaje profundo, las unidades de procesamiento gráfico (graphics processing units, GPU) están optimizadas para entrenar modelos, ya que pueden procesar varios cálculos a la vez”.
La cuestión de la inteligencia artificial tarde o temprano será (o ya lo es) uno de los pilares centrales que usamos los humanos para interrelacionarnos con los demás y con las cosas, así como uno de los instrumentos esenciales para conocer y aprender.
Aguado (2020, pág. 74) lo dice con claridad refiriéndose al teléfono móvil: “el dispositivo móvil no es pues, solo una tecnología de acceso al contenido. Es también una herramienta de creación de contenidos y una herramienta de conectividad social. Es, sobre todo, una tecnología que aúna estas tres capacidades al entrelazar entre sí una interfaz ubicua de interacción en tiempo real con nuestro entorno físico (objetos), simbólico (sentido) y social (comunidad) que permite volcar cada uno de ellos sobre el otro, si bien con un centro de gravedad en el plano interrelacional”.
Si a esta visión le agregamos el concepto de convergencia, que mencionaré, pero no trataré ni desarrollaré por su amplitud teórico-práctica, nos permite entender los productos y servicios integrados e integrales. El ejemplo más claro es el teléfono móvil, el principal receptor de imágenes y movimientos de sus propietarios, que, con inteligencia artificial, los recoge y los “sube” a la nube para luego sistematizarlos y generar algoritmos sobre nuestros gustos y prioridades.
Las grandes industrias tecnológicas han visto con claridad el camino a seguir. Basta señalar que Google presentó su IA experimental de conversación BARD. Por supuesto, Microsoft no se podía quedar atrás y en un santiamén hizo pública su actualización del motor de búsqueda BING y su navegador EDGE, ahora impulsado por la inteligencia artificial de ChatGPT de OpenAI.
Por último, hace un par de meses Microsoft anunció que integrará la inteligencia artificial, el ChatGPT, a la barra de tareas de Windows como el nuevo cuadro de búsquedas; o sea, que integraremos una nueva forma de búsqueda en nuestro programa que tendrá, además, la posibilidad de crear textos e imágenes.
Hay que decirlo sin rodeos: todas estas tecnologías tienen por objetivo ganar el mercado actual y futuro copando las conversaciones con la máquina inteligente que ofrece una mejor búsqueda, una respuesta más completa y exacta y, en definitiva, una nueva y mejor experiencia de chat. Esto sin duda alguna posibilitará una mejor y más amplia versatilidad para generar todo tipo de contenidos.
En esta lógica, otras empresas presentan todo tipo de servicios, por ejemplo, NTS Seidor ofrece un chatbot en español que simula servicios específicos como obtener la tarjeta de embarque en un avión, así como, por supuesto, la facturación y todos los pormenores que necesita un pasajero cuando viaja. Cleverbot o Boibot es un chatbot de entretenimiento y aprende, aprende, aprende. Luego se le puede consultar sobre muchas cosas aprendidas durante el tiempo. También existe Kuki, anteriormente conocida como Mitsuku, que es nada más y nada menos que “una amiga virtual”, capaz de hablar e interrelacionar con el hombre o la mujer. Por supuesto, los temas ya se imaginarán sobre lo que versan.
Habría que agregar asistentes virtuales como Siri, Alexa o Google Home que ya están en el mercado y son muy populares, como también los son los vinculados con los servicios de mensajería como Facebook y Telegram, entre otros, que son usados por millones de personas en todo el mundo.
En resumidas cuentas, un chatbot no es más que un software que simula una conversación real con una persona. Esto es posible en parte porque posee una interfaz que se construye con palabras claves y se basa en interacciones que se repiten entre usuarios y marcas en sitios web, mensajeros como Telegram, variadas apps y por supuesto el famoso WhatsApp.
En el caso del ChatGTP, la locura del momento desarrolla la inteligencia artificial que permite no solo responder a las preguntas que le hace el usuario, sino hacerlo con bastante agudeza, matices e, incluso, tomando distintos puntos de vista, según lo publicado sobre el tema, desde política, medicina, leyes, hasta cuestiones mucho para opinables y discutidas.
El ChatGPT utiliza técnicas de procesamiento de lenguaje natural (NPL) para generar respuestas coherentes y naturales en tiempo real. Su capacidad de aprendizaje le permite no solo aprender sino hacerlo aceleradamente, manejar los lenguajes y lograr interrelacionarse con los humanos cada vez de mejor manera y calidad.
“Entra” en cuestiones sobre programación, resolución de problemas, hipótesis sobre tal o cual tema e, incluso, está en la capacidad de hacer un pequeño artículo sobre tal o cual situación y, por supuesto, en un santiamén responde a los problemas de los estudiantes que deben hacer sus tareas de clase. Y, por si fuera poco, construye imágenes artísticas.
En un resumen apretado, entre otras habilidades este novedoso recurso digital traduce textos, hace resúmenes, corrige faltas gramaticales, responde a preguntas de cualquier cosa y, con bastante “criterio” y profundidad, genera diferentes lenguajes. Y todo esto lo realiza en tiempo real, utilizando el teléfono, la tablet o una computadora personal. Además, por si fuera poco, permite repreguntar sobre tal o cual tema.
3. La respuesta desde lo negativo y el temor al ChatGPS
Y no solo desde países en vías de desarrollo sino también en el llamado Primer Mundo, el lanzamiento del ChatGPT ha generado todo tipo de reacciones, desde las más positivas hasta las más negativas; permítanme señalar estas últimas porque a ellas se suman países como el nuestro, El Salvador.
Escuchando a varios comentaristas en los medios de comunicación local, donde escasamente se ha tocado el tema, muchas interpretaciones son negativas y poco constructivas. Evalúan la herramienta como un peligro, como una amenaza, sin entender a fondo que se trata de un producto o servicio nuevo, propio de la revolución industrial 4.0 y de la inteligencia artificial o del internet de las cosas, fenómenos que ha llegado al mundo para quedarse, y quedarse modificando las prácticas diarias y cotidianas de hombres y mujeres alrededor de todo el planeta.
De inmediato han salido a la palestra de la opinión pública personas que se rasgan las vestiduras porque este tipo de productos y de servicios harán que los estudiantes “copien” y que “una máquina les haga la tarea o incluso le conteste los exámenes”. Otros, no pocos ni tampoco iletrados, han puesto el grito al cielo diciendo que las máquinas están a punto de sustituir al hombre y con ello que la inteligencia artificial llegue a ser tan “consciente, casi humana, que le permita tomar decisiones”.
En el fondo, y disculpen la frialdad de la oración, no se trata de juzgar la herramienta sino las acciones. Sí, el viejo dilema de si la culpa es del instrumento o del uso que de este hagamos, ya sea para destruir o construir. Lo más fácil, desde antaño, es echarle el muerto a este adelanto y condenar el uso de las tecnologías, y no las acciones de los hombres que las utilizan para un fin determinado.
Como se dice en el argot popular, la tecnología y las herramientas tecnológicas son neutras. Su uso, no. Aunque hay voces que ponen en tela de juicio esta afirmación al señalar que toda herramienta, toda tecnología desde el mismo momento de su creación, no se diga de su uso, tiene una intencionalidad, una finalidad que ha requerido una decisión de cómo hacer las cosas y de cómo actuar en la realidad.
Sin entrar a estas disquisiciones, lo que sí parece es que de nuevo este es el son que se baila: echarle el muerto a la tecnología. Y son los educadores los que han puesto el grito en el cielo. El sector educativo es una de las comunidades más “preocupadas”: sienten que los alumnos podrán sustituir sus exámenes, sus ensayos y sus tareas utilizando el ChatGPT. Y, ciertamente, se puede hacer y no dudamos que ocurrirá. Pero “condenar” por esto una herramienta es una estrechez mental.
Es más: no sé si ustedes conocen Quillbot, una herramienta que reescribe textos, una paráfrasis de la escritura normal que usa inteligencia artificial para mejorar los escritos. Combinado con el ChatGPT, este invento despista al más avezado profesor de redacción escrita.
Y es que el alumno puede darle los parámetros para un escrito o un examen al ChatGPT. Este lo ejecuta en poco tiempo y luego el joven le aplica QuillBot con la idea de reescribirlo y darle un toque “propio”.
De igual manera, aunque la crítica ha sido menos, para los creadores de contenidos publicitarios que se difunden en las diversas plataformas, la situación actual se ha convertido en un campo de desarrollo. En dicho contexto, el ChatGPT es una herramienta que podría generar muchos, muchísimos contenidos dirigidos a distintos públicos con un coherencia y lógica aceptables.
A quién condenar, o a quién juzgar: ¿a la herramienta o las acciones?
Esto me recuerda, no hace mucho tiempo, la época cuando los gerentes de informática de muchas empresas cerraban el grifo de Internet porque existía el peligro de que los empleados accedieran a sitios pornográficos en horas de oficina. Claro que podrían acceder, pero la respuesta no era cortar el fluido sino educar a los usuarios, como efectivamente que ocurrió.
Es más, esta posición negativa ha llevado a que, en menos de lo que canta un gallo, un estudiante, sí, un estudiante de la Universidad de Princeton (Nueva Jersey, Estados Unidos), haciendo uso de la arquitectura de ChatGPT, haya diseñado una herramienta que permite detectar si un texto ha sido elaborado con inteligencia artificial (Rebollo, 2023).
Más de treinta y cinco mil profesores asustadizos se han apuntado para conocer y utilizar esta nueva herramienta y así detener a los estudiantes “tramposos”, sin ver más allá de sus narices y entender que la nueva herramienta tiene un gran potencial, pretende desarrollar la capacidad de encontrar información desde distintos puntos de vista y fuentes. Con estos recursos se puede lograr una visión más amplia de la que permite el “googlear” los temas. Además, permite lograr este objetivo con economía de tiempo y de esfuerzo e, incluso, ¿y por qué no decirlo?, desde la “comodidad de mi casa”.
Hay otros detractores que señalan diferentes peligros. Algunos de estos riesgos son de fondo, como cuestiones legales, éticas e, incluso, de rompimiento de la privacidad. Es más: hay cierto temor de que trabajos no solo escritos sino con imágenes propios de la mente humana y de su inspiración artística puedan ser replicados por una máquina.
Solo para citar a dónde nos llevará esto cabe mencionar que se conocen dos demandas judiciales internacionales: una del Wall Street Journal y otra de una empresa de imágenes internacionales, como Getty Imagen porque el ChatGPT aprende de lo publicado en internet. Lo que reclaman ambas empresas es el pago de derechos o regalías por el uso de contenidos y el derivado aprendizaje de la máquina, por lo general irrespetando las actuales leyes de propiedad intelectual.
En su boletín, Reason Why (2023) recoge un par de citas interesantes sobre el tema: “cualquiera que quiera usar el trabajo de los periodistas del Wall Street Journal para entrenar Inteligencia Artificial debe obtener la licencia adecuada de los derechos para hacer hacerlo de Dow Jones”. Jason Conti, Ejecutivo Vicepresidente y General Cunset en Dow Jones, editor del periódico The Wall Street Journal, en declaraciones a Blooberg News, ha dicho: “Dow Jones no tiene trato con OpenAI… Nos tomamos en serio el mal uso del trabajo de nuestros periodistas y estamos revisando esta situación”.
La empresa Getty Image ha ido más allá. En enero pasado interpuso una demanda contra Stability AI alegando que esta empresa desarrolladora de inteligencia artificial, “copió y procesó ilegalmente millones de imágenes protegidas por derechos de autor”. Boletín de Reason Why (2023).
Subrayo: el ChatGPT, como bien lo sabemos, da respuestas sacadas de información publicada sobre el tema y a la que ha tenido acceso masivamente. Algunas de estas publicaciones son libros, artículos de prensa o cualquier material escrito o visual que pueden estar protegidos por la legislación de propiedad intelectual vigente al día de hoy, sean leyes y/o tratados internacionales.
Más de fondo y más allá de donde proviene la información está la cuestión de la información en sí y de su contenido. ¿Cuál es el criterio con el que asume los datos la máquina, y cómo se le ha colocado tal o cual información? Si bien el algoritmo “trata de ser informativo y no deliberativo”, el sesgo y la mala intención se pueden colar porque ambos están presentes siempre, al menos como tentación, en la condición humana. La persona humana es solidaria, compasiva y amorosa. Pero también puede ser egoísta, acaparadora, intolerante y, a veces, puede adoptar poses de dictadorcillo en el uso del poder.
Siendo quisquilloso: Cuáles son los parámetros de aprendizaje de la máquina que permiten superar los sesgos propios de la “condición” humana como el temor o el miedo, por no mencionar la falsedad y la opacidad con que presentamos e interpretamos los hechos como la guerra y la paz, el poder de unos o de otros, o las barbaries de la humanidad, por citar algunas cuestiones.
Las faltas de respeto ya están ocurriendo, como sucede con la privacidad de las personas, derecho al que el mundo digital acosa cada vez con mayor impunidad, convirtiendo los “datos y gustos personales” en la fuente de los algoritmos utilizados por las empresas inteligentes de la diversión o del mercadeo para orientar la producción de bienes y servicios a públicos cada vez segmentados y delimitados de manera más eficaz.
Ahora todo está en la nube, incluso los miles de pasos que damos a diario y que son recogidos por los teléfonos inteligentes, y que permiten evaluar nuestro estado de salud. ¿En este contexto, quién garantiza que no se utilizarán estos datos para afectar al otro, al oponente?
Pero al igual que sucede con el plagio, se trata de temas que deben enfrentarse desde una posición positiva y constructiva, teniendo en mente que el desarrollo tecnológico, las nuevas tecnologías, por muy disruptivas que sean, son eso: instrumentos puestos al servicio de las personas.
4. Digitalización, automatización y virtualidad a la vuelta de la esquina, desde lo positivo
Tenemos ante nosotros un hecho ineludible visto desde una doble perspectiva: por un lado, la sociedad de hoy y del mañana transita acelerada y exponencialmente en el vaivén de una triple realidad: la digitalización, la mecanización y la virtualización. Queramos o no, es un hecho sin retorno de ningún tipo. Pero también existe otra perspectiva quizá menos clara pero, sin duda, retadora y estimulante: utilizar y poner los problemas del Tercer Mundo relacionados con educación, vivienda, alimentación, medio ambiente, pobreza y marginación bajo la óptica de las nuevas tecnologías.
Hoy más que nunca la tecnología y los nuevos productos y servicios tecnológicos propios de la Cuarta Revolución Industrial, léase la inteligencia artificial, constituyen herramientas que pueden hacer saltar a los países pobres y subdesarrollados a nuevos estadios de progreso. Basta poner un par de ejemplos para ver el potencial y el mundo de oportunidades que abre ante nosotros la IA: los semáforos inteligentes no solo van “vigilar” a los vehículos que se pasen la luz en rojo. Les van a tomar una foto y enviarán al conductor por correo electrónico la factura de la multa. Pero, además, permitirán organizar y controlar el tráfico gracias a la información en tiempo real de los atascos y las emisiones contaminantes. En definitiva: se trata de utilizar las nuevas herramientas tecnológicas para la planificación y para aplicar esta al desarrollo y gestión de ciudades más sustentables.
Igual sucede en la educación. Las nuevas tecnologías y la IA puede contribuir decididamente a la “reducción de las dificultades de acceso al aprendizaje, la automatización de los procesos de gestión y la optimización de los métodos que permitan mejorar los resultados en el aprendizaje” Padilla (2019).
En este contexto, tres son las líneas o enfoques de desarrollo de la IA aplicada a la educación: primero, los chatbot, que no son otra cosa que los agentes de software convencionales e inteligentes. En segundo lugar, la creación de plataformas en línea para el autoaprendizaje, las cuales dieron un gran salto durante y después de la pandemia de covid-19 y, en tercer lugar, la robótica educativa.
En definitiva, tal como concluye Pérez (2019), la inteligencia artificial, a través de sus componentes como redes neuronales artificiales y software inteligentes, ha sido y es de apoyo eficiente para la percepción remota. Permite tanto el análisis de imágenes, como la cuantificación del porcentaje de las cuantiosas imágenes recibidas que permiten, por ejemplo transmitir información recogida por drones, la cual luego se puede analizar y sistematizar para generar algoritmos y así desarrollar aceleradamente la educación, mejorar el transporte, la agricultura y construir ciudades inteligentes.
El ChatGPT, al igual que otras herramientas, sin duda alguna nos ayudará entre otras cosas a enfrentar la datificación creciente de la vida contemporánea. En combinación con la Inteligencia Artificial, esto supone la construcción de una nueva realidad que se viene calificando como digital, tal como lo entienden López, Salvador y otros (2020).
Estos avances tecnológicos permitirán, especialmente, armar contenidos de manera eficiente, con el mayor número de fuentes y perspectivas, no para obtener resultados últimos, sino de base para la discusión y creación de nuevos estudios que intenten dar solución a problemas reales y tangibles. Y es que, como lo dice López Salvador (2020) “este conocimiento es rápido y acelerado, mientras es lento en la formulación”. Sin duda alguna, estas herramientas nos permitirán sistematizar y avanzar hacia la construcción de nuevos conocimientos.
Codina (2022) nos plantea directamente utilizar el ChatGPT en la redacción de escritos, pero plantea que en una segunda etapa el proceso debe ser supervisado por el maestro. El ejercicio deberá ser realizado por el estudiante e incluirá varios procesos de curación que conlleven verificar, fundamentar, ampliar o reducir, profundizar y sintetizar todo o parte de lo anterior con el fin de producir un nuevo conocimiento. Es decir, léase: un nuevo texto o, incluso, una nueva imagen. Codina pone énfasis en que, antes de desarrollar este proceso, los estudiantes deben ser formados bajo los lineamientos éticos y de pensamiento crítico.
Ojo, esta perspectiva positiva no nos ciega para ver los problemas que conlleva la IA. Por ejemplo, el uso de la herramienta puede dar lugar a la erosión de los cimientos de las relaciones sociales por la tecnología que modifica incluso las relaciones humanas.
¿Y qué decir de las muchas y múltiples posibilidades de manipular con la IA a la población, generando mundos virtuales que favorecen intereses particulares económicos y políticos? Las noticias falsas y la venta de bases de datos son algunos de los peligros que nos acechan.
No podemos olvidar cuestiones de seguridad que posibilitan que IA entre en la “conciencia” de los ciudadanos y rompa la “privacidad” casi sagrada de los humanos. La vulnerabilidad de los sistemas sigue siendo una realidad en el mundo virtual.
Afrontar la nueva realidad está íntimamente relacionado con la perspectiva con la que debemos ver los cambios tecnológicos. Con dichos cambios sucede lo mismo que con otras nuevas tecnologías disruptivas, desde la electricidad, el internet, la nanotecnología o el internet de las cosas, por citar algunas.
El ChatGPT genera temores y en un primer momento crea cierto caos y desorden. Sin embargo, con un poco de paciencia su uso terminará por imponerse y esta herramienta logrará un puesto, por ejemplo, en la educación, incluso en la formal y tradicional. Basta citar el ejemplo de Windows, el programa que usamos a diario en nuestra computadora, que ya tiene una nueva barra de búsqueda: el ChatGPT.
5. Nuevas perspectivas, asumir el cambio
Sin duda se requiere de nuevos parámetros. Por ejemplo, en el modelo de enseñanza aprendizaje donde el conocimiento se construye en forma cooperativa: entre el alumno y su entorno, entre el alumno y el profesor, entre el alumno y sus compañeros, entre el alumno y las nuevas herramientas de conocimiento, entre el alumno y las nuevas necesidades laborales, por lo general vinculadas, o en medio de, transformaciones digitales.
La agenda sobre la investigación digital crece en cinco áreas según Gross (1992). Estas son: el lenguaje natural, la robótica, las interfaces de comunicación, la programación automática y los sistemas expertos. Estos últimos, según Gross (1992, pag.74): “no describen un producto sino más bien un conjunto de conceptos, procedimientos y técnicas que permiten utilizar la informática en una nueva dimensión… en esencia, los sistemas expertos permiten asistir en el análisis y resolución de problemas complejos”.
Desde esta perspectiva, los mismos objetivos de la educación tendrán que modificarse de tal forma, que el alumno lejos de buscar ser un “recipiente” de conocimientos se convierta en un buscador de soluciones a los problemas que debe enfrentar a diario. Lejos de rendir exámenes o realizar trabajos que “garanticen” el conocimiento aprendido, deberá plantear problemas y, sobre todo, buscar soluciones.
Prácticas tan comunes como memorizar o escribir un texto básico que sintetice ciertos conocimientos, los exámenes y la forma de evaluar tendrá que modificarse, porque ahora el ChatGPT me ayudar a resolver lo que hasta ahora era tradicional.
Ahora habrá que privilegiar la puesta en marcha de procesos educativos donde se usen las herramientas de inteligencia artificial. Hoy es cuando tienen que transparentarse el uso de las herramientas, los parámetros de búsqueda para reunir y sistematizar la información que debe ser verificada, sustentada, profundizada y tamizada desde varias perspectivas.
El conocimiento deja de ser una suma de datos, información o teorías y da paso al criterio, al trabajo en grupo y a la investigación. El proceso de enseñanza aprendizaje pretende formar hombres y mujeres creativos, responsables, éticos y capaces de utilizar al máximo las herramientas tecnológicas para contribuir a este proceso. El pensamiento crítico hoy más que nunca sale a relucir, y con la tecnología hoy la educación lo debe privilegiar.
El ChatGPT permite interrogar a una máquina sobre tal o cual tema, recoge todas las versiones e incluso me da una reseña que yo puedo evaluar, juzgar, mejorar y utilizar.
Quiero imaginarme las primeras enciclopedias, en el siglo XVIII, o el famoso “Mil libros” de Luis Nueda, o incluso Wikipedia, publicaciones que pretenden resumir el conocimiento de la época, sistematizarlo y, de alguna manera, colocarlo en un solo lugar para su uso.
Intento imaginar, en el proceso educativo, las críticas de su uso porque ponían en un solo lugar “el conocimiento” que se podría “adquirir” sin tener que pasar horas y horas estudiando tal o cual tema. Recuerdo un profesor de Literatura, en bachillerato, que nos obligaba, con buen tino, a leer despacio y directamente los clásicos, pero nos prohibía, con mal tino, utilizar la obra de Nueda, que únicamente era un resumen.
No hace mucho tiempo algunos educadores ponían en tela de juicio a Wikipedia, por su poca seriedad “científica” y por ser elaborada abiertamente por cualquier colaborador. Es más: era pecaminoso “citarla” en un trabajo universitario.
En resumidas cuentas, el ChatGPT, al igual que otros productos o servicios tecnológicos, debe formar parte indispensable del cajón de herramientas digitales a disposición de todos. En la actualidad no solo se trata de eficiencia y economía, porque nos permite buscar y encontrar a vuelo de pájaro información que de lo contrario nos llevaría mucho tiempo ubicar, tomando en cuenta visiones distintas y diferentes perspectivas de todo tipo y, por supuesto, visualizar el contexto en medio de un “diálogo” rico entre el hombre y la máquina.
Algunos teóricos y pensadores se han preguntado incluso si estas herramientas nos permitirán escribir artículos científicos con suficiente base teórico-práctica e, incluso, crear obras artísticas que puedan poner en apuro la creatividad del hombre.
No sé hasta dónde podemos llegar. De lo que estoy seguro, y la historia reciente lo demuestra una y otra vez, es que los grandes descubrimientos disruptivos en poco tiempo forman parte del instrumental y las herramientas propias del hombre del siglo XXI.
Esta perspectiva positiva, sin embargo, requiere ponerla en contexto y tomar en cuenta al menos cinco cuestiones, a saber: claridad en el qué, conciencia en el para qué, racionalidad en cuanto al cómo; reevaluación de los procesos en cada momento; y, por último, una humanidad que se respeta y dignifica.
5.1 Claridad en el qué. Es preciso transparentar la herramienta y los criterios de uso. Explícitamente se debe garantizar desde un inicio qué quiero hacer, qué quiero lograr. Debe esclarecerse el uso de tal o cual herramienta de inteligencia artificial, en este caso del ChatGPT, así como los alcances que se pretenden alcanzar, así como los criterios y parámetros de la búsqueda.
El proceso es semejante al del uso de la bibliografía y al sistema de citas. El punto no es utilizar a otros autores, retomar sus ideas y aprovechar los avances alcanzados. La cuestión es que, por ética, esto debe decirse y expresarse de tal forma que no quepa la menor duda: que he retomado ideas, pensamientos, conocimientos, descubrimientos de otros. Cuando se rompe o atraviesa esta línea entramos al mundo del plagio, y este fenómeno no es nuevo ni están libres de este pecado tanto alumnos como profesores, profesionales de una u otra rama del conocimiento, sin importar qué herramientas se utilicen.
Este punto se practica con bastante claridad en periodismo, sobre todo cuando hablamos de objetividad. Y no nos referimos solo al concepto positivo surgido en la filosofía, sino a la necesidad de presentar desde diversos puntos de vista la realidad. Esta perspectiva obliga al periodista a develar no solo sus fuentes sino a contar la realidad con el fundamento de estas fuentes, que deben ser claramente identificadas.
Es más: los periódicos estadounidenses, cuando toman “partido”, lo expresan explícitamente y, por lo general, lo hacen en el espacio editorial y no en el informativo, que con frecuencia es el espacio donde “hay más objetividad y se busca informar y generar opinión, no hacer propaganda”.
5.2 Conciencia para qué. Muy a la par de este primer elemento está otro igual o más importante: clarificar la intención y el objetivo del trabajo intelectual. Es importante tener conciencia para qué estamos investigando. Ojo. Y esto está muy relacionado con la honradez, la limpieza y la responsabilidad cuando se investiga y entramos al mundo del nuevo conocimiento. Ocupo tal o cual herramienta para lograr esto o aquello; utilizo la herramienta digital para lograr esto o aquello.
El País de España recoge en un artículo firmado por Mendiola Zuriarranin (2023) que en TikToK está causando furor un filtro denominado Bold Glamour, que aplica un algoritmo mediante el cual el rostro se rejuvenece, desaparecen las arrugas y las facciones se marcan con una precisión y una rapidez increíbles. El punto no es el filtro. Antaño se hacían “retoques” en una vieja fotografía análoga. Es lo mismo que ahora hace Fotoshop en la foto digital. La cuestión es que hoy se hace con tanta facilidad, rapidez y eficacia que la gran tentación es afirmar que se trata de una foto del momento.
Lo mismo podemos decir del fotógrafo Jos Avery, el que reproducía fotos en Instagram afirmando que eran originales, propias, pero en realidad eran generadas por inteligencia artificial y luego retocadas. La cuestión en estos casos es que no es ético engañar al público y mentir.
Permítanme profundizar el tema con otro ejemplo. Sabemos y no viene al caso ampliar sobre el tema, pero sí señalar que la publicidad nace para informar, persuadir, convencer al uso o compra de un producto o servicio. Pero luego la publicidad se transformó en una práctica que legitima un mensaje, transmite una marca e incluso fomenta la reputación y fortalece una idea entre los diferentes públicos.
He traído a cuenta la labor publicitaria que puede ser susceptible a engaños y puede desarrollarse de manera explícita o subrepticia. Con el surgimiento de los medios masivos, como la prensa o la televisión, la publicidad se diferencia de la información. Esto quiere decir que la función de la publicidad debe ser explícita y claramente definida. Y esto a diferencia de las truculentas teorías persuasivas y subliminales que se pusieron muy de moda y con las que claramente se pretendía “engañar” o “manipular la mente” del consumidor. Más reciente, la publicidad nativa pretendía “igualar” lo informativo y objetivo de las noticias.
Con el desarrollo de la técnica, existe la tentación, por ejemplo, de crear miles y miles de textos que respondan a los distintos públicos, no con la intención de informar o educar sino de manipularlos para que usen o compren determinado producto o servicio. En esta lógica, podemos señalar los ejércitos de boat, de granjeros digitales que buscan a través de las redes sociales apoyar a un candidato, tal cual, haciendo ver que cuenta con gran apoyo popular cuando en realidad se trata de máquinas puestas al servicio de una ideología. Las noticias falsas, o “fake news”, entran en este apartado. La información es para alimentar el conocimiento, no para engañar y alcanzar otros “objetivos”.
5.3 Racionalidad en cuanto al cómo. Muy relacionado con los dos puntos anteriores, el qué y el por qué, el cómo es importante porque a los pioneros de la energía nuclear nunca se les pasó por la cabeza crear una bomba de destrucción masiva.
Ahora, los futuristas hablan de la nanotecnología que permite incrustar materiales o dispositivos minúsculos dentro del cuerpo humano para detectar enfermedades y diagnosticarlas con certeza. Estos procesos ya están desarrollándose, lo mismo que otros fenómenos como el internet de las cosas donde un cepillo de dientes, una refrigeradora o incluso un servicio sanitario registran millones y millones de movimientos de los usuarios que van a parar a la nube para analizar y crear algoritmos que “orienten” a los individuos. Esclarecer estos procesos, así como transparentar sus usos y finalidades, es importante y clave. Garantizar su seguridad constituye una imperiosa necesidad.
5.4 Los procesos se revalúan en cada momento lo que permite que la realidad misma “entre” en un estado de shock constante. La estabilidad pareciera que no existe ni se conoce. El cambio permanente acelera los diferentes procesos, tanto de lo social como de lo económico, lo político o lo educativo. Lo fútil pareciera que se impone y el consumismo que conlleva da la impresión de ser la tormenta que arrastra el pensamiento sereno y pausado de los hombres. Basta ver la carrera loca que tenemos con uno y otro teléfono de última generación que en pocos años supera el tamaño, la memoria, la definición, la resolución de la anterior versión. No se diga de las pantallas digitales que “están a punto” de sustituir el “mundo real” por el digital, creando y popularizando la llamada pantallización de nuestra vida cotidiana. En este sentido, el ChatGPT nos ayudar a crecer como humanos al crear textos como lo podrían realizar un periodista o un mercadólogo. Estos crean contenidos para “alimentar” las historias que se distribuyen en los diferentes medios de comunicación y plataformas digitales. Las imágenes creadas por el ChatGPT son una copia mejorada de lo que ya existe o tenderá a convertirse en la materia prima enriquecida para que el artista cree y recree el arte.
5.5 En definitiva la gran pregunta es: ¿el desarrollo tecnológico, los productos y servicios digitales de hoy, nos hacen más y mejores hombres, más y mejores seres solidarios, más y mejores personas sanas y positivas para vivir y sobrevivir en armonía y paz?
Esa es la cuestión.
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Glosario
Chatbot es como se conocen a los robots de chat, un programa de ordenador que simula la conversación humana, o chat, a través de la inteligencia artificial. Normalmente, un robot de chat se comunicará con una persona real, pero se están desarrollando aplicaciones en las que dos robots de chat pueden comunicarse entre sí
Para qué sirven los chatbots:
Los bots de charla se utilizan en aplicaciones tales como servicio al cliente de comercio electrónico, centros de llamadas y juegos por Internet. Los bots de charla usados para estos propósitos se limitan típicamente a conversaciones con respecto a un propósito especializado y no para toda la gama de comunicación humana. Actualmente existen también los voicebots, esto es, chatbots que han sido dotados de voz para tareas de comunicación oral con los clientes, generalmente a través de llamadas telefónicas.
¿Qué tipos de chatbot existen?: chatbots de interacción solo por texto; chatbots de interacción multimedia; chatbots por mensajes de voz; chatbots para atención y servicio al cliente; chatbots para la solución automatizada de preguntas rápidas
https://www.zendesk.com.mx/blog/que-es-el-chatbot/
NTS SEIDOR conceptualiza y desarrolla proyectos de IoT (Internet de las Cosas) sobre plataformas como Azure IoT, AWS IoT o Thingworx con su equipo propio de desarrollo y una potente red de partners.
Clarer bot es un bot que te ayuda a mantener tu servidor limpio. Tan fácil como invitarlo, ejecutar en la nube, confirmar y tener el canal tan nuevo como se creó.
Kuki, traducción del inglés-Kuki es un bot de IA incorporado diseñado para hacerse amigo de los humanos en el metaverso. Anteriormente conocido como Mitsuku, Kuki es un chatbot creado a partir de la tecnología AIML de Pandorabots por Steve Worswick. Fuente: Wikipedia (Inglés).
¿Qué es una herramienta de paráfrasis? Un parafrasista en línea ayuda a reescribir el contenido. El propósito de una herramienta de parafraseo es facilitar la automatización de los procesos de reescritura. Dos ejemplos de esto son Parafrasear.org y Quillbot.
Los usos de las herramientas de paráfrasis incluyen reformular ensayos rápida y fácilmente, reformulación de contenido para blogs, cambio de palabras en el texto, y eliminar el plagio para obtener buenas calificaciones. https://parafrasear.org/parafrasear-vs-quillbot/
El procesamiento de lenguaje natural, abreviado PLN —en inglés, Natural Language Processing, NLP— es un campo de las ciencias de la computación, de la inteligencia artificial y de la lingüística que estudia las interacciones entre las computadoras y el lenguaje humano. Fuente: Wikipedia
¿Por qué es importante la NLP? El procesamiento de lenguaje natural es fundamental para analizar a profundidad los datos de texto y voz de manera eficiente. Puede resolver las diferencias en dialectos, jerga e irregularidades gramaticales típicas en las conversaciones cotidianas. Las empresas lo utilizan para varias tareas automatizadas, como: procesar, analizar y archivar documentos grandes, analizar los comentarios de los clientes o las grabaciones de centros de atención telefónica, ejecutar chatbots para ofrecer un servicio al cliente automatizado, responder preguntas de quién, qué, cuándo y dónde, clasificar y extraer texto (AWS). Fuente: https://aws.amazon.com/es/what-is/nlp/
En pocas palabras:
- ChatGPT es un modelo de lenguaje desarrollado por OpenAI que utiliza la técnica de procesamiento de lenguaje natural (NLP) de transformación autorregresiva (Transformer) para generar respuestas coherentes y naturales a preguntas o comentarios en tiempo real.
- ChatGPT es especialmente útil para crear chatbots y otros sistemas de conversación automatizados que pueden interactuar con personas de manera natural y fluida. (1)
- ChatGPT se basa en el modelo de lenguaje GPT-3 (Generative Pre-training Transformer 3), que es uno de los modelos de lenguaje más grandes y avanzados disponibles actualmente.
- ChatGPT ha sido entrenado en una amplia variedad de tareas de NLP, incluyendo la comprensión del lenguaje natural, la generación de texto y la traducción automática. Gracias a su capacidad para procesar grandes cantidades de textos y aprender de ellos, ChatGPT es capaz de producir respuestas coherentes y naturales a preguntas y comentarios en una amplia variedad de contextos y temas. (2)
- Una forma en la que ChatGPT podría ser útil en la comunicación científica es como una herramienta para ayudar a comunicar las investigaciones de manera más clara y accesible para el público en general.
- Otro potencial que podría ser utilizado es generar resúmenes de investigaciones científicas de manera automatizada, permitiendo que la información sea más fácilmente comprensible para personas que no tienen un conocimiento científico previo.
- Otra forma en la que esta inteligencia artificial (IA) podría ser útil es como una herramienta para contribuir a los científicos y académicos a mantenerse al día con las últimas investigaciones y desarrollos en su campo de trabajo.
- Especialmente el ChatGPT podría ser utilizado para recopilar y resumir artículos científicos y otras publicaciones relevantes de manera automatizada, lo que podría ayudar a los científicos a ahorrar tiempo y esfuerzo al no tener que leer y analizar cada artículo por sí mismos.
- Más allá de sus ámbitos de desempeño, es importante tener en cuenta que ChatGPT es un modelo de lenguaje que ha sido entrenado para generar textos coherentes y naturales en una amplia variedad de contextos. (3)
- Sin embargo, por sí solo ChatGPT no es capaz de realizar investigación científica original ni tiene conocimientos especializados en un campo particular de la ciencia. Si bien se pudiera usar para dar o tomar ideas generales para el desarrollo de una investigación, la realidad es que por sí sola es muy poco probable que esta herramienta pueda sustituir la escritura de artículos científicos por completo.
- Un elemento crucial en algunos tipos de estudios: la síntesis de literatura, sea para una revisión narrativa o panorámica, el uso de ChatGPT permitiría generar resúmenes o abstracts de investigaciones de manera más eficiente, o incluso a redactar secciones de un artículo científico que requieran menos análisis crítico o interpretación.
- Sin embargo, la escritura de un artículo científico completo requiere un conocimiento profundo del campo de investigación y la habilidad para analizar y sintetizar datos de manera crítica. Esto es algo que solo puede hacerse de manera efectiva a través del trabajo y el esfuerzo de un ser humano.
- Más allá de sus limitaciones, esta IA en constante desarrollo, puede convertirse en una herramienta útil para mejorar la comunicación científica al proporcionar una manera más eficiente y accesible de transmitir y comprender la información científica.
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Referencias bibliográficas:
1. Castelvecchi D. Are ChatGPT and AlphaCode going to replace programmers. Nature 2022. https://doi.org/10.1038/d41586-022-04383-z.
2. OpenAI. ChatGPT FAQ. OpenAI 2022. https://help.openai.com/en/articles/6783457-chatgpt-faq.
3. Susnjak T. ChatGPT: The End of Online Exam Integrity? 2022. https://doi.org/10.48550/arXiv.2212.09292. FINANCING None. CONFLICT OF INTERESTNo conflict of interest. AUTHORSHIP CONTRIBUTION Conceptualization: William Castillo González. Original writing-drafting: William Castillo González. Writing-revision and editing: William Castillo González. Metaverse Basic and Applied Research. 2022; 1:8 2
© Este es un artículo en acceso abierto, distribuido bajo los términos de una licencia Creative Commons (https://creativecommons.org/licenses/by/4.0) que permite el uso, distribución y reproducción en cualquier medio siempre que la obra original sea correctamente citada:
Castillo-González, William. Universidad de Buenos Aires, Facultad de Medicina, Instituto de Investigaciones en Microbiología y Parasitología Médica – CONICET, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina https://orcid.org/0000-0003-3007-920X DOI: https://doi.org/10.56294/mr20228
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