“Contenido publicado originalmente en Reason Why”
2022 fue un año marcado por notables avances en la aplicación de la inteligencia artificial, especialmente en el área del procesamiento de lenguaje natural y la generación de contenido, ya fueran imágenes, textos o vídeos. Y parece que el año que acaba de comenzar continuará la misma senda, ampliando el impacto de esta tecnología en aspectos tan cotidianos de la vida de las personas como los olores de productos de higiene y belleza.
Y es que la start-up Osmo, procedente de Google Research, ha desarrollado un sistema capaz de predecir el olor de de las moléculas basándose en su estructura y cuyo objetivo es convertirse en la base para crear la próxima generación de aromas para perfumes, champús, lociones, velas y otros productos diarios. “La vista y el oído se han digitalizado, pero no el olfato, nuestro sentido más antiguo y profundo. Osmo trae una combinación sin precedentes de hardware, software, datos y capital a este desafío histórico”, explica la compañía en su página web.
Osmo trabaja para que los ordenadores sean capaces de generar olores, como ahora producen imagen y sonido
La visión de Osmo es que, en un futuro no muy lejano, los ordenadores generarán olores como ahora están generando sonidos e imágenes. “En esta nueva era, los ordenadores captarán y comprenderán el mundo químico para ayudarnos a disfrutar de nuevos olores y sabores, recordar memorias, pronosticar oportunidades y peligros, y tomar decisiones para salvar vidas”, apunta la firma. Para ello, Osmo sostiene haber creado el “primer mapa de olores en la historia humana” a partir de aprendizaje automático. “Construir máquinas que huelan requiere un mapa de olores, una forma de predecir a qué huele una molécula a partir de su estructura”, explica la compañía.
Tal y como recoge Wired, este “mapa de olores” es una forma de categorizar los aromas para que las moléculas con olores similares se agrupen, pero en lugar de utilizar la nariz humana, está empleando inteligencia artificial para lograrlo. Así, el sistema ha sido alimentado con datos de 5.000 moléculas aromáticas, de tal forma que el software es capaz de hacer asociaciones entre las estructuras de las moléculas y sus características. Parece un proceso sencillo, pero ligeros cambios en las estructuras de las moléculas aromáticas pueden cambiar radicalmente los olores.
Además, el modelo ha analizado 400 moléculas diseñadas por científicos pero que nunca se llegaron a producir, por lo que sus olores no han sido clasificados. Así, Osmo realizó pruebas entre voluntarios para que asignaran etiquetas -floral, mentolado, ahumado, etc- a los olores. Aunque la percepción de los olores es profundamente subjetiva, el proceso sirvió para alimentar al sistema, que todavía tiene amplio margen de mejora a la hora de diferenciar entre moléculas con estructuras muy similares.
Aromas alternativos
Una de las principales ideas detrás de esta start-up es ofrecer una alternativa viable a la producción de aromas, especialmente en un contexto en el que las materias primas necesarias para la creación de olores se están viendo cada vez más amenazadas por la emergencia climática y la situación socioeconómica. Algunas especies, como el sándalo, están en peligro de extinción debido a la sobreexplotación, mientras que el azafrán o el vetiver, son vulnerables a las interrupciones de la cadena de suministro debido a la agitación geopolítica. Al mismo tiempo, algunas alternativas sintéticas que está empleando en la industria de la perfumería están sometidas a creciente escrutinio por motivos de seguridad sanitaria.
En este sentido, Osmo pretende ofrecer una solución automatizada para la generación de olores, puesto que la réplica de aromas naturales en muchos casos a día de hoy sigue siendo un proceso manual. “Necesitamos construir reemplazos. De lo contrario, tendremos que continuar recolectando estas plantas y animales de nuestro ecosistema«, ha comentado Alex Wiltschko, CEO de la compañía, al citado medio. «Existe una gran oportunidad para construir ingredientes seguros, sostenibles y renovables que no requieran que cosechemos vida”.
En el corto plazo, Osmo busca diseñar moléculas para la industria de los sabores y las fragancias, generando aromas potentes, libres de alérgenos y biodegradables. Aunque algunos olores son más viables comercialmente que otras. Por ejemplo, tal y como señala Wired, hay pocas moléculas disponibles que huelan como el océano, por lo que un aroma en esta línea tendría mucho potencial. El chile, por su parte, es un aroma con poco recorrido en la industria de las fragancias, pero con mayores oportunidades en el mundo de los sabores.
En cambio, en el largo plazo, y como se ha mencionado anteriormente, el gran objetivo de Osmo es digitalizar el olor y dotar a los ordenadores del sentido del olfato. Aunque esto, como es lógico, presenta profundos desafíos técnicos. Un reto que la compañía está afrontando apostando por el machine learning, la psicofísica, la neurociencia olfativa, la ingeniería eléctrica y la química, y con la misión de mejorar las vidas de la gente.
“Cuando los ordenadores puedan oler, podremos detectar enfermedades antes, rastrear pandemias más rápido, mejorar nuestras experiencias olfativas y culinarias, cultivar más alimentos, reducir el desperdicio de alimentos, evitar enfermedades derivadas insectos y más. También podremos captar y crear olores que activen nuestros recuerdos y nuestras emociones”, señala el sitio web de Osmo.
Osmo se puso en marcha con capital procedente de Lux Capital y Google Ventures. Los inversores de la compañía también incluyen la Fundación Bill & Melinda Gates, Amazon Alexa Fund, Hugo Barra (ex-Meta), Jeff Dean (Google).
Fuente de nota: ReasonWhy