José Manuel Navia fue invitado por el gobierno de Cuenca a fotografiar la provincia como habían hecho antes otros fotógrafos reconocidos. Su visión de ese lugar, tan personal como reconocible, se materializa en el libro Cuenca en la Mirada
Por: María José Avilés
Cuenca en la Mirada es un magnífico descubrimiento, un motivo más para seguir admirando a uno de los mejores fotógrafos contemporáneos. Este es un libro de formato cuadrado, encuadernado en tapa blanda y con algo más de ciento veinte páginas en las que se ve reflejada la visión del autor sobre la provincia de Cuenca, ubicada en las montañas del este de España.
Su estructura es muy sencilla: se abre con un breve prólogo a cargo de Gustavo Martín Garzo, después comienza el viaje por Cuenca a través de las fotografías de Navia, todas a color y tomadas entre los años 2009 y 2010.
El tamaño del libro permite apreciar y recrearse en los detalles de las capturas. Adentrarse en ellas y sentir la pausa, el sosiego y hasta el frío del invierno mientras se avanza a lo largo de la vía del tren. Un viaje que comienza y acaba frente a un manto de densa nieve.
José Manuel Navia no fotografía lo que conocemos, sino justo lo que queda cuando nos desprendemos de ello. Su mirada es la mirada de los que no pueden volver. Nada les pertenece, nada puede ser suyo y, sin embargo, quieren regresar a los lugares en que vivieron y tal vez fueron felices. No piden mirar las cosas para hacerlas suyas, sino verlas por última vez. Es la mirada más pura, aquella con la que mirarían los muertos si pudieran regresar.
Navia elige como hilo conductor del trabajo el tren de Madrid a Valencia que atraviesa toda la provincia de Cuenca. En sus propias palabras bien puede ser una metáfora “de la resistencia y el olvido en que viven los habitantes de las altas tierras de la España interior”.
El fotógrafo se baja de ese tren y recorre las calles de los pueblos por los que pasa; fotografía calles desiertas, espacios vacíos y ausencias, huellas del pasado en fotos de familiares desaparecidos, pinturas en paredes descuidadas. Entra en bares donde los mayores se reúnen a pasar el rato, en iglesias y catedrales y en antiguos comercios ahora abandonados. No hay retratos sino únicamente figuras que parecen desvanecerse y ocultarse ante la cámara.
Como decía Barthes: “La fotografía es el arte de la ausencia porque muestra algo que ha dejado de ser”, sin embargo, estas fotos parecen hablar de un tiempo que se ha detenido para siempre, como si nada fuese a cambiar ya en esos lugares. Cada trabajo de Navia es como una pequeña revelación. Sus libros son verdaderos relatos visuales que hacen sentir como un testigo de algo que vale la pena mirar con atención. Con ellos siempre se descubre que hay mucho más de lo que vemos a simple vista.
Cuenca en la Mirada me ha hecho pensar en el paso del tiempo, en una forma de vida que desaparece mientras en las ciudades vivimos a toda prisa (subidos a un tren de alta velocidad que solo se detiene en grandes estaciones), engañosamente conectados, en realidad desconectados de lo que sucede más allá de las pantallas, que absorben nuestra atención y que nos dicen qué vale la pena mirar.
Qué suerte contar con trabajos como este para ir y ver más allá. Puedes encontrar este libro en la Biblioteca de la Universidad Dr. José Matías Delgado, en físico y en su portal web.