
Por Alejandra Blandón | San Salvador
¿Puede una sala de clases hablarle a la mente? ¿Y qué pasaría si una inteligencia artificial ayudará a interpretarla? En una apuesta innovadora, la Escuela de Ciencias de la Comunicación (UJMD) desarrolló la sesión de coaching sobre IA Generativa, un taller inmersivo donde estudiantes de las carreras en Ciencias de la Comunicación, Innovación y Transformación Digital, Administración de Empresas, Ciencias Jurídicas, Finanzas Empresariales, Ingeniería en Gestión Ambiental, Ingeniería en Alimentos, Ingeniería Agroindustrial, Licenciatura en Marketing Estratégico y Relaciones Internacionales, exploraron el campus y en específico la nueva sala de innovación con la que cuenta la ECC, haciendo un análisis desde una lente inusual: la de la inteligencia artificial generativa.
El recorrido, que incluyó captura de fotografías y análisis posterior con herramientas de IA, tuvo como foco principal nuestra Sala de Innovación, una “sala colorida de aprendizaje”, cuya configuración espacial, visual y sensorial fue objeto de una lectura profunda, tanto humana como artificial.

“Es retador poder conocer en verdad esta herramienta, los beneficios más allá de solamente conocer un concepto, sino que todo los revolucionado que en verdad esto puede ser, y poder ayudarnos a tener una comprensión, análisis, dimensión de todos los elementos que podemos tomar en cuenta para definir algo, para hacer una composición, canción, fotografía.” enfatizó la licenciada Belky Morales
Uno de los hallazgos más reveladores fue el análisis del sistema cromático del techo: una secuencia de colores verde, amarillo y morado, dispuestos en patrón alternante. Según el análisis generado por IA, esta combinación no solo embellece el espacio, sino que estimula diferentes rutas cognitivas: el verde favorece el aprendizaje receptivo, el amarillo activa el pensamiento lógico, y el morado impulsa la creatividad e intuición. Este tipo de diseño polisensorial puede inducir a un estado de atención sostenida o pensamiento divergente, dependiendo de su uso.
El piso, por su parte, también fue objeto de una lectura simbólica. Con una paleta de azul profundo y gris neutro, y un diseño en franjas alternas, el análisis indicó que no solo facilita la circulación, sino que favorece la orientación espacial, la calma mental y la atención plena. Incluso se plantearon usos pedagógicos innovadores: convertir la franja central en un “canal de presentación” o en una pasarela cognitiva para ejercicios de introspección y activación grupal.
Un espacio que piensa con el cuerpo
La disposición modular del mobiliario —mesas móviles, sillas ergonómicas y enchufes en el suelo— permite adaptar el aula a múltiples dinámicas: desde sesiones expositivas hasta trabajos colaborativos, ponencias, talleres etc. La IA identificó el aula como un entorno “neurológicamente amigable”, capaz de acompañar al estudiante desde el pensamiento individual al colectivo sin pérdida de energía cognitiva.
“La experiencia fue fascinante, quién imaginaría que un sistema algorítmico podría interpretar la realidad y con solo una imagen puede determinar las cualidades de la persona detrás del algoritmo” comentó el estudiante René Menéndez.
El sistema de zonificación también fue destacado: un espacio central libre de obstáculos marca claramente las áreas de trabajo frente a las zonas de tránsito, reduciendo la carga cognitiva y aumentando la eficiencia mental. Además, la textura alfombrada del piso contribuye a la seguridad acústica, lo que mejora la concentración y disminuye el estrés ambiental.
Tecnología, percepción y motivación
La IA también evaluó la presencia y disposición tecnológica del aula: una pantalla central bien ubicada, iluminación LED uniforme y disponibilidad eléctrica en el suelo permiten simular entornos laborales reales, lo que potencia la transferencia del aprendizaje al contexto profesional.
A pesar de pequeñas áreas de mejora —como la inclusión de zonas de pausa o mejor aislamiento acústico— el entorno fue calificado con un 9.1 sobre 10 en integración entre arquitectura, emoción y funcionalidad. “Este espacio no solo enseña, sino que acompaña emocionalmente al estudiante”, sintetiza el informe de análisis generado.

“Los escenarios son increíbles y, sí, admito que me quedé con la boca abierta. Vi la cara de muchos, súper sorprendidos, al ver cómo la IA definía con tanta precisión, riqueza de vocabulario, de detalles, tomando en cuenta datos que uno pasa por desapercibido y que son importantes a la hora de un análisis” se comentó durante la práctica. Si esto lo aplicamos a esferas como la medicina, la psicología o el estudio del comportamiento, definitivamente trasciende. No se trata solo de hacer una tarea, sino de comprender que todos los elementos y más en el proceso de comunicación, importan.
Un aula que inspira
“El objetivo no era solo usar IA, sino dialogar con ella, explorar sus posibilidades como herramienta pedagógica y reflexiva”, explicó uno de los facilitadores del taller. La iniciativa se inscribe dentro del compromiso de la UJMD por integrar tecnologías emergentes en experiencias educativas transformadoras, donde el entorno también se convierte en maestro.

La actividad fortaleció competencias clave del perfil profesional del innovador digital, como el pensamiento crítico, el análisis espacial, la alfabetización visual y el uso ético de tecnologías emergentes.
Más que una práctica técnica, el taller propició una comprensión más profunda del entorno y cultivar mentes sensibles, capaces de interpretar el mundo que habitan y transformar el que viene a través de la tecnología, la observación y el pensamiento crítico.