La locución, una pasión más allá de solo hablar a un micrófono

Cada 1 de noviembre se celebra en El Salvador el Día Nacional del Locutor, como una forma de reconocer el trabajo que realizan cientos de hombres y mujeres tras un micrófono, llevando información, diversión, entretenimiento y formando opinión en la población. En ese sentido, hoy, desde la perspectiva de una persona cuya carrera profesional como comunicador inició frente a un micrófono, me tomo a bien hablar un poco acerca de este oficio.

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Redacción y Fotografías: Amílcar Durán.

Siempre les he dicho a mis estudiantes del área de periodismo y comunicaciones en diferentes centros de estudios superiores donde he laborado, que estar atrás de un micrófono no es “comida de hocicones” como decía mi abuela (Por supuesto que no se los digo con esas palabras). Sentarse o pararse, como sea el caso, tras ese aparato que sirve como una herramienta para transmitir tu voz, es un compromiso y una responsabilidad enorme con las audiencias, que  muchos no llegan a dimensionar.

El locutor lleva sobre sus hombros (o sobre su lengua podríamos decir) el poder trasladar emociones, sentimientos, energía y actitud, para comunicar de manera eficiente y que el mensaje sea efectivo. En los cursos de locución que se impartían hace un par de décadas por parte del “otrora” Ministerio del Interior (hoy Ministerio de Gobernación) nos decían; Don Jorge Jiménez, el Dr. Matías Romero, Eugenio Acosta (Chico Tren) y otros más, que ser locutor no era solo abrir el micrófono (Frase que se utiliza en el caló radial) sino pensar antes en lo que ibas a decir, elaborar el mensaje, darle la mejor forma y saber que alguien atrás de un dispositivo receptor iba a ser tocado con tus palabras.

Ser locutor es ser apasionado por la palabra, la buena dicción, vocalización, el ritmo al hablar, la melodía en las frases, la emoción impregnada en cada letra, sílaba y palabra, y como bien lo resumía el connotado ???nardo Heredia, el “disfrute del buen decir”. 

Hace 30 años Dios me permitía entrar por primera vez a una cabina de radio (un pequeño mundo en ese entonces lleno de discos de vinil, casetes, cartucheras y pautas escritas en papel) con muchos miedos y sueños; y, a partir de ahí, el camino para quien les escribe ha sido lleno de satisfacciones, retos y batallas que hoy me han llevado a las aulas a transmitir lo aprendido. Los sentimientos; ahora que veo a mis estudiantes tras un micrófono, son encontrados, porque en más de alguno he visto reflejado a aquel Amílcar Durán que llegó a la capital San Salvador hace tres décadas con una maleta de ilusiones para conquistar al mundo con su voz.

#FelizDíaDelLocutor