¿Cómo era El Salvador prehispánico?

La maestra Carmen González Huguet aborda el desarrollo histórico de El Salvador dividido en tres grandes capítulos: Prehispánico, Colonial y Republicano. En esta primera entrega se habla sobre el ambito prehispánico

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Foto: elsalvador.com

Por Carmen González Huguet

Capítulo Uno: ámbito prehispánico

Las evidencias de poblamiento más antiguas en el territorio salvadoreño se remontan a más de cuatro mil años antes de Cristo. Los rastros humanos más antiguos encontrados hasta hoy en nuestra tierra son las pinturas rupestres en el albergue rocoso del Espíritu Santo, en el municipio de Corinto, departamento de Morazán. Se cree que fueron elaboradas por bandas de cazadores-recolectores.

Para El Salvador, el ámbito prehispánico se divide en tres partes:

  • Preclásico: 1200 AC-250 DC, aproximadamente. Floreció la cultura olmeca cuya influencia se extendió hasta la costa Pacífica de Guatemala y de El Salvador. En nuestro territorio, las comunidades que surgieron en este período ya eran sedentarias, dependían de la agricultura para alimentarse, tenían instituciones religiosas y económicas muy sencillas (templo y mercado) y comenzaron a aparecer pequeños grupos de élites.

El fin de la parte preclásica y el comienzo de la clásica coincidió con la erupción del cráter donde hoy se encuentra el lago de Ilopango, que ocurrió entre el 250 y 260 DC y eliminó toda forma de vida en las zonas occidental y central del territorio salvadoreño durante al menos cincuenta años.

  • Clásico: 250-900 DC, aproximadamente. Durante ese tiempo alcanzan su máximo esplendor y después declinan definitivamente las culturas maya y teotihuacana. Ambas dejaron sentir su influjo sobre toda Mesoamérica y El Salvador no fue la excepción, aunque siempre fue un territorio periférico.
  • Post-clásico: 900-1524 DC. Las migraciones de pueblos de habla nahuatl desde México hasta el sur de Mesoamérica (El Salvador y Nicaragua) marcaron el fin del clásico y el comienzo del postclásico. En estos siglos florecieron y declinaron en México las culturas tolteca y azteca, de gran influencia en el área mesoamericana. 

Preclásico:

La más antigua aldea situada en El Salvador se encontró en Chalchuapa, departamento de Santa Ana, cerca de la laguna Cuzcachapa. Data del año 1200 AC y contaba con casas de adobe y techo de paja. Sus habitantes se dedicaban a la agricultura, la caza, la pesca y la recolección. A partir del año 900 AC, la población creció y surgieron otros asentamientos humanos en San Nicolás, Jayaque, Barranco Tovar, El Perical y Antiguo Cuscatlán.

En Chalchuapa floreció el centro ceremonial conocido ahora como El Trapiche. El crecimiento de la población se aceleró a partir del año 500 AC. Nacieron poblaciones como Atiquizaya. Santa Leticia y Cara Sucia, en el departamento de Ahuachapán, Tacuzcalco y Acajutla, en Sonsonate; Los Flores, Río Grande, El Campanario, El Cambio, cerro del Zapote y Loma del Tacuazín en la zona central salvadoreña, y Quelepa, en el departamento de San Miguel. Igualmente, en esta época se desarrolló una serie de sistemas o esferas culturales.

Chalchuapa tuvo relación con las tierras bajas mayas, de las que formó parte como un importante centro de comercio e intercambio. Chalchuapa no fue, de ningún modo, un sitio periférico, sino una población grande que contaba con un sistema calendárico y de escritura. El hallazgo en El Trapiche de 33 esqueletos boca abajo, con manos y pies atados, unos decapitados y otros mutilados, sin ofrendas, muertos alrededor de los años 100 AC a 100 DC, indica una importante presencia militar en la sociedad y una clara estratificación social.

Santa Leticia está ubicada a 1,400 m. sobre el nivel del mar, en una ladera del cerro de Apaneca. Su ocupación comenzó alrededor del 500 AC. La presencia de tres esculturas monumentales llamadas “gordinflones”, de entre 7 y 12 toneladas, semejantes a otras encontradas en La Democracia, cerca de Escuintla, en la costa pacífica de Guatemala, hace pensar que esta zona tuvo contacto con la cultura olmeca de la costa del golfo de México.

Por su parte, Quelepa se encuentra en el valle del río Grande de San Miguel, donde ocupa medio kilómetro cuadrado. Comenzó a poblarse alrededor del año 500 AC. En el preclásico mantuvo relación con el occidente de El Salvador. Un altar con una cabeza de jaguar es muy semejante al rostro de un jaguar encontrado en Cara Sucia, departamento de Ahuachapán. Sin embargo, Quelepa también tiene muchos rasgos semejantes a los encontrados en sitios arqueológicos de Honduras, por lo que pudo haber sido poblada por grupos de origen lenca.

El valle del Paraíso, en Chalatenango, ahora sumergido en su mayor parte bajo el embalse de la presa del Cerrón Grande, tuvo contacto con el occidente de El Salvador. Contenía numerosos asentamientos, los más importantes son los de la hacienda Los Flores y Río Grande. En ese valle se desarrolló un importante sistema de regadío que posibilitó el cultivo intensivo del maíz.

Todos estos sitios fueron afectados por la erupción del volcán Ilopango hacia el año 250 DC, evento que debió de ser catastrófico y que marca el fin del período clásico. La ceniza volcánica lanzada sobre un área de unos 10 mil kilómetros cuadrados eliminó toda forma de vida en las zonas occidental y central de El Salvador e interrumpió todas sus rutas de comercio e intercambio.

Clásico:

La parte clásica en El Salvador duró del 250 al 900 DC. En esos 650 años en el área mesoamericana ocurrió una explosión demográfica que permitió el nacimiento de grandes ciudades y la formación de estados cuyos gobernantes ejercían su dominio sobre vastos territorios.

A raíz de la erupción del Ilopango, los sobrevivientes de Chalchuapa se reorganizaron en pequeñas comunidades en las laderas de la sierra de Apaneca. Posteriormente la zona de Chalchuapa se pobló de nuevo y se crearon los asentamientos de Casa Blanca y Tazumal, pero nunca alcanzó el auge que tenía en el período preclásico.

En la costa del Pacífico, y relacionada con la cultura de Cotzumalhuapa, en Guatemala, el centro de Cara Sucia alcanzó su máximo esplendor entre el 650 y el 950 DC. En estos años se construyeron las principales estructuras, entre ellas dos juegos de pelota.

En el departamento de La Libertad, el valle de Zapotitán se repobló entre el 400 y el 450 DC. El sitio más importante fue entonces San Andrés, que alcanzó su auge entre el 650 y el 1000 DC. En esa época todo el valle de Zapotitán llegó a sostener una población de unos 40 mil habitantes. En esa época, Joya de Cerén era una de las pequeñas aldeas que pagaban tributo a San Andrés. En el 600 DC quedó sepultada por la ceniza del volcán Caldera. Gracias a este evento, que preservó las casas originales, sabemos hoy cómo vivían nuestros antepasados en el período clásico.

La zona oriental no fue afectada por la erupción de Ilopango. Al margen de lo ocurrido en el resto del país, Quelepa aumentó su población y levantó nuevos edificios. Alcanzó su máximo desarrollo entre el 625 y el 1000 DC. Dos palmas y un hacha, procedentes de la costa de Veracruz, México, fueron encontrados en Quelepa, lo que hace suponer una influencia mexicana quizá mediante contactos con las ciudades mayas de Copán y Seibal, en Honduras y Guatemala, respectivamente. Quelepa fue abandonado en el año 1000 DC.

Durante el clásico, las comunidades en territorio salvadoreño tuvieron muchos rasgos culturales semejantes a los de las ciudades estado mayas situadas al norte, en la zona de Copán. El despoblamiento de Quelepa se dio poco después del colapso de las grandes ciudades mayas del período clásico.

La desintegración de los grandes centros poblacionales de toda el área maya, al final del preclásico, dio lugar a una reorganización de la sociedad en comunidades más pequeñas, aisladas y autónomas. A partir de entonces son frecuentes los rasgos culturales asociados a grupos de habla náhuatl, lo que indica la presencia de posibles migraciones de grupos humanos hablantes de esta lengua y procedentes del centro de México. 

Posclásico:

El postclásico en El Salvador duró del 900 a 1524 DC. Lo más notable fue la presencia de numerosos rasgos culturales debidos a las migraciones de grupos de hablantes de la lengua nahuatl procedentes del centro de México. Estos grupos reciben el nombre genérico de pipiles y las primeras migraciones tuvieron lugar entre el 900 y el 1200 DC. Su influencia se extendió de norte a sur y llegó hasta Nicaragua, donde dieron origen a los nicaraos. Ocuparon el valle de Chalchuapa, la zona central del territorio salvadoreño, la zona baja de la cuenca del río Lempa, el norte del valle del río Acelhuate, la región entre Metapán y el lago de Güija, el valle de Sonsonate, la llanura costera entre éste y Acajutla y la costa del Bálsamo.

En Chalchuapa su presencia es evidente en el Tazumal, donde el estilo talud-tablero muestra la influencia teotihuacana. Asimismo, la presencia de imágenes de Xipe Totec, dios de los pueblos de habla nahuatl, así como de Chac mool, divinidad asociada a la lluvia, campos de juego de pelota en forma de I mayúscula y obsidiana verde procedente del centro de México, muestran la influencia de los grupos del norte. La población local no fue desplazada, sin embargo, sino que convivió con los recién llegados.

En el departamento de San Vicente, dentro de la cuenca del río Lempa está situado el sitio de Loma China, donde se encontraron entierros y cerámica que prueban la existencia de comercio con zonas muy remotas. Las poblaciones más importantes del periodo postclásico en El Salvador son Cihuatán, Aguilares y Santa María, este último en el valle del Paraíso, dentro del embalse de la presa del Cerrón Grande. La disposición de las construcciones, la presencia de juegos de la pelota en forma de I mayúscula y el culto a dioses como Tlaloc, Mictlanteuctli y Xipe Totec, encontrados en estos sitios, son rasgos que tienen su origen en México. Cihuatán y Santa María son sitios nuevos: no existieron durante los períodos preclásico y clásico.

Cihuatán, cuyo nombre significa “lugar de la mujer” y alude al perfil del cerro de Guazapa próximo a la población, contenía dos recintos ceremoniales. Alrededor había casas agrupadas en torno a patios. Se han encontrado cerca de 900 estructuras. Fue quemado y abandonado hacia el 1200 DC. Se desconoce la causa de la destrucción.

Las últimas migraciones de grupos de habla nahuatl ocurrieron durante los siglos XIII y XIV (1200 a 1400). Entre éstos se encontraban los nonualcos, que llegaron entre el 1200 y 1350. Estos contribuyeron grandemente a destruir las redes de intercambio de los pipiles ya establecidos, lo que podría explicar el final de Cihuatán y de Santa María. A la llegada de los españoles, los pipiles dominaban el occidente y el centro del territorio. Más allá del río Lempa, los grupos dominantes eran de origen lenca.