- Los niños y los adolescentes son los más propensos a sumarse a las filas de las pandillas Barrio 18 y Mara Salvatrucha 13. El Estado salvadoreño aún desconoce las cifras de cuántos jóvenes forman parte de estas agrupaciones ilícitas.
- Tras este contexto, conoce la historia de Damocles Polanco, un muchacho que estuvo a punto de meterse a la boca del lobo
Por: Claudia Paz
A sus 18 años, Damocles Polanco (nombre ficticio) tiene claro que, si no fuera por su mamá, él hubiese sido una víctima más de las pandillas salvadoreñas. Él y su familia huyeron de la Residencial Campos Verdes por las amenazas de las maras. El éxodo ocurrió hace un año.
Damocles recuerda que la colonia es una frontera salvaje entre las dos estructuras criminales más fuertes en el país: el Barrio 18 y la Mara Salvatrucha 13. La colonia está ubicada en Lourdes Colón y ha sido escenario de varios asesinatos, despliegues militares, cateos de la Policía Nacional Civil (PNC) y de hurto.
Damocles quiso involucrarse con el Barrio 18. Cuenta que los acompañaba para todos lados. Deseaba ser aceptado, quería ganarse la vida con facilidad. Su madre lo regañaba por su rebeldía. Pero cada advertencia materna lo empujaba más hacia las pandillas.
En El Salvador, los jóvenes son los más propensos a involucrarse con grupos delincuenciales. Según la PNC, existen al menos seis pandillas operando en el territorio salvadoreño. De acuerdo con un reportaje publicado en La Prensa Gráfica (LPG), cerca de 470 mil 264 personas están relacionadas con estas estructuras criminales y, aproximadamente, 29 mil 325 salvadoreños son miembros de maras.
La pandilla no es un simple grupo esquinero que pasa las noches fumando mariguana o echándose una cerveza conseguida por la extorsión a tiendas. Son más que eso. Se la pasan echando bronca con lo que tengan a la mano, como rastrear a un inocente que se atreve a pasar los límites de su territorio. Tienen sus razones de ser, se hacen sentir como una familia.
Damocles es un joven frágil, de ojos vivaces y moreno. Testimonea pobreza cuando describe su antiguo hogar: el piso roñoso, las paredes descoloridas, las señaléticas de tránsito, cercanas a su nuevo hogar, ensartadas en armazones oxidadas, con dos habitaciones pequeñas donde nadie tenía privacidad: sala, comedor y dormitorios, todo en un solo espacio. El adolescente dice que la pandilla le ofrecía afecto, comprensión y mejora de vida, cosas que no lograba ver en su casa.
-He entrado en sus guaridas de bocas de lobo, platicado con ellos, escuchando sus mil y una aventuras, tomando pico de botella. Los he visto aspirando la droga. Aquellas cosas me parecían una forma de vivir, pero no me atreví a dar el paso. Eso por lo que le pasó a mi chero, Josué Herrera. Él está preso.
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Jennifer García (nombre ficticio) no es la más guapa. Ni siquiera es carismática, pero se ha convertido en la mujer de las pesadillas de Josué y Damocles. El primer lunes de julio de 2016, Josué le pidió que lo acompañara a casa de su novia, la Jenny. Antes de visitarla, le contó a Polanco que necesitaba verla, que le daba cólera que le estuviera dando baje con otro bicho.
Íbamos rápido a donde la Jenny. Cuando llegamos, me quedé impactado. Yo no me imaginé que el maje fuese tan mala onda. Se le abalanzó a la Jenny para darle duro. Yo solo me eché el rollo dijo Damocles.
De acuerdo con la Organización Mundial para la Salud (OMS), una de cada tres mujeres ha sufrido violencia física y sexual por su pareja o terceros; mientras que el 38 por ciento de los asesinatos de mujeres son cometidos por sus compañeros de vida. Entre los factores asociados a un mayor riesgo de que las mujeres sean víctimas de violencia son: bajo nivel de instrucción, el haber estado expuestas a escenas de violencia entre sus progenitores, maltrato durante la infancia, actitudes de aceptación de violencia y desigualdades de género.
Cuando vi la soberbia paliza de Josué hacia la Jenny, creí que esa iba a morir frente a su casa. La pateó en todo el cuerpo y la arrastraba del pelo por todo el suelo de la escalera hasta embestirla contra las paredes. Yo creo que a ella le hacía falta el aire. En una oportunidad, la bicha logró escapársele y meterse a su casa, pero el otro, cegado por los celos, logró abrir la puerta y me la cerró en la nariz. Y yo qué pude hacer, nada más que ver, oír y callar, pues no me iba a meter en pleito de pareja. Además, yo no quería tener broncas con mi chero revela Damocles.
Entre el 2006 y el 2014, el Instituto de Medicina Legal (IML) de la Corte Suprema de Justicia efectuó peritajes en 10 mil 546 niñas y adolescentes que fueron violadas. El país tiene una de las tasas más altas de violación sexual de América. Así que la víctima de la violencia sexual tiene rostro de mujer y niña, y el rostro de su agresor tiene dibujado los trazos de cercanía: generalmente novios.
En efecto, la Jenny fue violada por su novio. El caso de ella pertenece al informe de IML que infiere que 1.5 de violaciones que ocurren en el territorio nacional, es decir, cada cuatro horas y 42 minutos ocurre este tipo de agravio. En un reportaje de LPG, publicado el 21 de diciembre de 2015, el IML afirmó que tres mil 106 novios fueron señalados como los agresores de perpetrar una violación.
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“¡Abran la puerta, la policía!” Las fuertes voces de la Policía Nacional Civil rompieron el silencio de la madrugada en la Residencial Campos Verdes. Era la una de la mañana cuando los agentes golpearon con imponencia frente a la casa de los Herrera.
Así nos llegó a contar la abuela de Josué en la mañanita. No soportaba la idea de que la habían separado de sus nietos, a quienes criaba con tanto sacrificio. Ella aprovechó para decirle a mi mamá que me cuidara, que no dejara que un bicho como yo pasara su tiempo tras las rejas, pues al Josué se lo llevaron a las bartolinas de Lourdes porque los padres de la Jenny lo acusaron de violación. Además, ese está bien jodido, porque a él y a su hermano Alexander los acusan de vender la droga de la pandilla expresa Damocles.
El artículo 158 del Código Penal salvadoreño dicta que “el que mediante violencia tuviese acceso carnal por vía vaginal o anal con otra persona, será sancionado con prisión de seis a diez años”. Mientras que el artículo 33 de la Ley reguladora de las actividades relativas a las drogas es rígido sobre el tráfico de productos químicos y sustancias nocivas, pues afirma: “El que sin autorización legal adquiriere, enajenare a cualquier título importare, exportare, depositare, almacenare, transportare, distribuyere, suministrare vendiere, expendiere o realizare cualquier otra actividad de tráfico, de semillas, hojas, plantas, florescencias o las sustancias o productos que se mencionan en esta Ley, será sancionado con prisión de diez a quince años y multa de cincuenta a cinco mil salarios mínimos mensuales urbanos vigentes”.
Te digo que esto pasó un mes después de lo que ocurrió con la Jenny. Josué desapareció por un tiempo, no lo volví a ver. Solo sé que él y su hermano fueron a audiencia y los metieron presos, pero durante las investigaciones, los familiares de la Jenny me querían hacer partícipe de esa violación. Yo no tuve vela en eso. Como te dije, yo no quise meterme en pleitos expresa Damocles. El artículo 36 del mismo código, hace alusión al rol de un cómplice: “los que presten su cooperación a cualquier otro modo de realización de un delito, aún mediante la promesa de ayuda posterior a la consumación de aquel”. A Damocles Polanco no le pudieron encontrar vinculación con lo sucedido entre Josué y Jenny. Pero este no sería el único susto que le cambiaría la vida.
Según la Asociación Salvadoreña de Mujeres (ASM), en una nota periodística de La Prensa Gráfica, aseguró que las féminas sufren violencia en el 90 por ciento de los municipios del país. Además, el Observatorio de la Violencia de Género contra las mujeres afirmó que, en el 2008, la Policía registró más de 900 violaciones, la mayor parte de las víctimas son niñas y adolescentes entre los 6 y 17 años. Y las cifras suben.
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“Los jueces hablan por sus decisiones”. Los juzgados especializados en niñez y adolescencia de Lourdes Colón tenían compadeciendo a Damocles Polanco tras su arresto. La Policía y la Fiscalía lo acusaron de vincularse con agrupaciones ilícitas. De acuerdo con la Ley antipandillas, “se considerará como asociación ilícita, denominada mara o pandilla, aquella agrupación de personas que actúen para alterar el orden público o atentar contra el decoro y las buenas costumbres, y que cumplan varios o todos los criterios siguientes: que se reúnan habitualmente, que señalen segmentos de territorio como propio, que tenga señas o símbolos como medios de identificación, que se marquen el cuerpo con cicatrices o tatuajes”.
A mí me llevaron al Instituto Salvadoreño de Protección al Menor (ISNA) porque la poli dice que me veían con las pandillas, así que me sacaron de mi casa. En mi instancia allí, me llevaron ante un juez. Esta experiencia me puso los pelos de punta, porque pensé que de esto no me iba a pasar, por eso dicen que jamás hay que escupir para arriba dijo Damocles.
Según el Informe Estadístico de Población Atendida en los Programas de Protección de Derechos del ISNA y Entidades Privadas, de julio a septiembre de 2015 se reportaron un total de 350 ingresos y reingresos de menores a dicha institución, pendiendo de causas como el irrespeto y desobediencia a madre, padre, responsable y maestro; cuidado personal y protección; abandono, en situación de calle, utilización en actividades ilícitas, entre otros. De estos, un total de dos casos corresponden a la participación de menores de edad en actividades ilícitas.
El oficial de información del ISNA, Óscar Rodríguez, comentó que un total de 199 jóvenes han sido atendidos por comercio, posesión, tráfico y tenencia de drogas; 393 por extorsiones; y en séptimo lugar, asociaciones ilícitas y pertenencia a maras, con una cantidad de 56 niños y adolescentes
Mi paso por el ISNA me hizo pensar mucho. Extrañé mucho a mi familia. Lo que yo temía era lo que me iban a decir ante el juez. Temí por mí. Pero no sé si fue un milagro que no me lograron relacionar con nada, así que el que imparte justicia me dio un ultimátum: “o estudiás y le andás bonito, o sencillamente te retenemos aquí, de todas maneras, en buenos pasos no andás, aunque no se te haya encontrado culpable”.
Regresó a la casa. Su mamá había ordenado su cama. Damocles volvió a nacer. Quiso incorporarse al noveno grado en su centro escolar, quería demostrarle al juez que podía hacer camino al andar. Pero aquel plan se vio amenazado. Un día, tras recibir la clase de Educación física, dos pandilleros se le acercaron, le ofrecían al fin la oportunidad que anheló antes.
¡Hey, vos! Mirá, la cosa está así. Nosotros ya sabemos quién sos y a dónde vivís. Te hemos visto ya y la verdad es que queremos que nos colaborés, sino ya sabés las consecuencias, porque no te vamos a querer ver aquí y en ninguna otra parte si nos rechazás relata Damoclés, mientras veía para todos lados. Tardó varios días en contarle a su madre. Su progenitora decidió ya no enviarlo a la escuela, lo mantuvo en casa por varias semanas, mientras buscaba otra casa en otro municipio.
En 2016, alrededor de 35 mil estudiantes abandonaron los salones de clases, según registros del Ministerio de Educación (Mined), a pesar de que la Policía Nacional Civil en conjunto con el ente rector de educación lanzó el programa Escuela Segura, atendiendo mil centros escolares a escala nacional, pese a que la meta del Ejecutivo, a inicios de 2017, es beneficiar a 76 mil 842 estudiantes.
Hoy vivo en una residencial segura de Santa Tecla, quiero terminar mi bachillerato. Mi sueño es irme del país. Tengo miedo de que me encuentren.
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Según la leyenda griega, Damocles era un cortesano adulador que se la pasaba envidiando el poder y los lujos del rey de Siracusa. Cuando, por fin, obtuvo los privilegios del monarca, advirtió que una enorme y afilada espada colgaba sobre su cabeza.