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El Ministerio del Tiempo, el programa que atesorarás en el corazón

Una producción de Televisión Española que retrata la historia de España, desde un punto crítico. Foto cortesía de Agencia

Tráiler de 'El Ministerio del Tiempo'

La televisión abierta en El Salvador no suele regalarnos buenos programas. Cuando digo buenos programas, me refiero a esos que atesoras en tu corazón y en tu memoria mientras vivas. Sin embargo, el domingo 2 de septiembre de 2018, canal 4 presentó el primer capítulo de El ministerio del tiempo, una serie española de ciencia ficción histórica de primera calidad.

El ministerio parece inspirado en la serie británica Doctor Who, la cual tiene el honor de ser la serie de ciencia ficción más longeva del mundo: el programa clásico se transmitió de 1963 a 1989. Una versión moderna lleva transmitiéndose desde 2005. Sin embargo, salvo el leit motiv de los viajes en el tiempo, tanto la serie española como la británica tienen, al parecer, pocos puntos en común. De todos modos, desde ya pongo aquí un spoiler alert porque voy a hablar de una serie que está entre mis favoritas.

En El ministerio del tiempo hay poco espacio para la ciencia ficción. No hay una máquina del tiempo, como sí la hay en Doctor Who. Como bien dice el viceministro del ministerio español, Salvador Martí, en el capítulo uno: “El tiempo es el que es”. Lo que sí existen en la serie española son las puertas del tiempo, a las cuales se accede, desde las oficinas del ministerio, por un profundo pasadizo subterráneo.

En esta serie es difícil decidir qué es lo mejor, si las excelentes actuaciones, las muy cuidadas puestas en escena o los inesperados golpes de humor en medio de una acción tan trepidante como dramática. Desde las animaciones de los créditos, tan atractivas desde el punto de vista visual, nos damos cuenta de que estamos ante un producto único. A mí, en lo personal, me fascinan los guiones: inteligentes, muy bien documentados y con una acción completamente impredecible. Ni los buenos son tan buenos como parecernos ángeles disfrazados de seres humanos, ni los malos son tan malos, después de todo. Bueno, la mayoría. De vez en cuando nos topamos con un malo bien malo, como el franchute asesino que aparece, y muere justicieramente eliminado, en esta primera entrega.

La escuadra básica la componen tres personajes: Alonso de Entrerríos, encarnado por Nacho Fresneda (para quienes no lo recuerden, el mismo actor encarnó a Driss Larbi en La reina del sur), Amelia Folch (personificada por la actriz Aura Garrido) y Julián Martínez (representado por Rodolfo Sancho, el actor que encarnó al rey Fernando II de Aragón en la serie Isabel). Los tres personajes no pueden ser más disímiles. Alonso proviene del siglo XVI. Es un soldado de los tercios de Flandes salvado de la muerte e incorporado a la planilla del ministerio por Ernesto, misterioso y eficaz personaje del que poco o casi nada se sabe, encarnado por el actor Juan Gea.

Por su parte, Amelia Folch es una de las primeras mujeres universitarias españolas y nació en el siglo XIX. Todavía vive con sus padres y es soltera, lo cual le acarreará no pocos problemas. Julián Martínez, en cambio, es contemporáneo. Es un enfermero del servicio municipal de urgencias médicas, conocido como SAMUR, que ve morir a su mujer, Maite, sin poder salvarla.

Esta patrulla es la que viaja a diferentes épocas para cuidar que no cambie la historia. Cuentan con el apoyo del ya mencionado Salvador Martí, encarnado por el veterano actor Jaime Blanch, al que también ayudan, y bastante, la agente Irene Larra, en la piel de Cayetana Guillén Cuervo, y la fiel secretaria de Salvador, Angustias Vázquez, personificada por Francesca Piñón. En este primer capítulo también aparece uno de los principales adversarios del ministerio: Lola Mendieta, representada por la actriz Natalia Millán. Lola es una antigua agente del ministerio, ahora pasada al “lado oscuro”, es decir, empeñada en beneficiarse egoístamente de la oportunidad de viajar a diversas épocas, aprovechando las puertas del tiempo. Hay también imprevistos “ayudantes”, como el célebre pintor Diego de Silva y Velázquez, quien, además de pintar Las Meninas, también realiza retratos robot para el ministerio. Su recurrente e intenso deseo de conocer a Picasso ocasionará numerosas y divertidas discusiones entre Velázquez y Salvador Martí.

Mención especial merecen los guionistas de la serie: Javier y Pablo Olivares. Javier nació en Madrid en 1958. Se licenció en Historia por la Universidad Complutense y obtuvo un máster en Estética por la Universidad Autónoma de Madrid. Es profesor de guion en el Máster de Producción de la Universidad Complutense. Es director del Área de Cultura del IED Madrid y creador de su revista digital Abre el Ojo. Fue crítico de arte en Lápiz y redactor jefe de La Luna de Madrid. Para la creación de esta serie, y de otras como Los Serrano e Isabel, sobre la vida de Isabel La Católica, trabajó estrechamente con su hermano Pablo, fallecido en 2014, a pocos meses del estreno de El ministerio del tiempo, luego de librar una larga batalla contra la esclerosis lateral amiotrófica.

En este primer capítulo la misión de la patrulla fue rescatar a Juan Martín Díez, mejor conocido en la historia con el mote de El Empecinado (1775-1825). Fue este personaje un militar que hizo una guerra de guerrillas contra los franceses durante la llamada Guerra de Independencia española (1808-1814). Su figura fue retratada por Goya, y Benito Pérez Galdós escribió una novela sobre él titulada, claro está: Juan Martín, El Empecinado. Galdós la incluyó en su serie narrativa Episodios nacionales. 

En el capítulo dos de la serie televisiva, por su parte, la misión de la patrulla será salvarle la vida nada menos que a Lope de Vega, cuidando de que el futuro poeta y dramaturgo embarque en uno de los escasos navíos que se salvaron de la famosa Armada Invencible, expedición enviada por Felipe II contra la flota de su excuñada, la reina Isabel I de Inglaterra.

La serie tiene además singularidades que la separan del resto de programas televisivos a los que estamos acostumbrados. Por ejemplo, es muy importante en ella el papel que asumen las mujeres. No solo se trata de heroínas resueltas e inteligentes, como Amelia Folch o Irene Larra, sino que incluso pueden hacer de villanas refinadas y crueles, como Lola Mendieta. La lealtad y fidelidad de Angustias es sencillamente conmovedora. Y eso, tan solo para empezar. Otra cosa que se agradece es que no habrá aquí “rollitos” románticos tan comunes en las telenovelas. Al principio parece que entre los personajes de Julián y Amelia habrá “algo”, pero la cosa se resuelve sin consecuencias.

Desde su lanzamiento en España el 24 de febrero de 2015, la serie no solo ha contado con una audiencia de millones de espectadores, sino que desarrolló una fiel comunidad de seguidores que se llaman a sí mismos “ministéricos” y que se comunican eficazmente a través de las redes sociales, constituyendo un fenómeno de masas en verdad inédito. La serie retoma elementos de la cultura popular española, como el Capitán Alatriste, Curro Jiménez o Jordi Hurtado, el popular presentador del programa de concursos Saber y ganar, lo cual ha contribuido, sin duda, a su popularidad. Pero también retoma otros elementos de la alta cultura, como Lope de Vega, Picasso, el Guernica, Federico García Lorca o Miguel de Cervantes.

Este fenómeno me lleva a preguntarme: ¿Son, “de suyo”, alienantes todos los productos que nos presenta la televisión, o pueden brindarnos oportunidades de aprendizaje y de enriquecimiento intelectual o espiritual no exploradas hasta ahora? Los hechos apuntan a lo segundo. Esta serie ha conseguido convertir a personajes históricos como Ambrosio Spínola, comandante de los tercios de Flandes en el siglo XVI, o a los alumnos de la Residencia de Estudiantes, comunidad universitaria de principios del siglo XX, en la que destacaban Salvador Dalí, Federico García Lorca y Luis Buñuel, en trending topic de Twitter.

Pero, y esto es importante destacarlo, la serie no lo presenta a estas figuras “endiosadas”, sino como personas de carne y hueso, auténticas, con sus flaquezas y sus grandes virtudes. Y todo esto sin “darnos clase”, sin perder la vivacidad, la cultura, la calidad interpretativa y un sentido del humor de lo más corrosivo.

Como la crítica señala: esta es una serie que trata a los espectadores como personas inteligentes:

Si usted quiere ver qué sigue, o quiere repetir el capítulo uno, recuerde que las tres temporadas de la serie están en Netflix. Una buena noticia es que en febrero de 2018 se hablaba de producir una cuarta temporada.

Datos de la columnista

Carmen González Huguet. Escritora y docente investigadora a tiempo completo en la Escuela de Ciencias de la Comunicación. Es miembro de la Real Academia de la Lengua salvadoreña. Recientemente, obtuvo el 37 Premio Mundial Fernando Rielo de Poesía Mística.

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