Para Federico García Lorca, la poesía es la unión de dos palabras: lo sublime y lo oscuro. El poeta y dramaturgo decía que, esta expresión literaria, es como un misterio y que, tanto el poeta y el lector, deben dejar que fluya en su interior. La poesía no requiere de escritores, ni de adeptos, requiere de amantes, afirma el español.
Te dejamos el tercer ejercicio poético para que tu ser se encuentre entre estos versos.
Poesía.
Por Justo Pastor Zelaya Licona
La poesía es como un rincón brillante que espera
con su encantadora belleza en el interior del alma
para alumbrar
nuestros enjaulamientos en los inevitables túneles oscuros
a los que nos sentencia sin razones
el curso espontáneo de la vida.
Cuando los versos encendidos se evaporan
hacia nuestro receloso y vulnerable corazón
provocan redentoras sensaciones de cálida pureza.
La poesía es como una fórmula ecuacional que se despeja
con los elocuentes manantiales del origen
para solucionar la inquietud espiritual que nos impele
desde los antiquísimos tiempos animales,
vibra en nuestro interior
cuando acertadas frecuencias naturales
procuran maravillosos colores substanciosos
para pintar las cavidades de los instantes que llenan
nuestra abundada mente.
Con la poesía la soledad enamora,
la tristeza es una semilla que viaja con las lluvias y los vientos
hasta encontrar la tierra fértil de la sabiduría
y la libertad proyecta una esperanza afinada
para poder deleitarse en los jardines plenos que adornan
los umbrales de una gloria infinita.
Sentimientos que desentierran la alegría,
palabras que pulen miradas,
sentimientos que suscitan
loables obras de reverente aprovechamiento,
palabras que enervan el tejido de la paz;
mientras festejan los árboles
y murmullan los elementos,
mientras reposan los nómadas
cansados de recorrer muchos senderos
y mientras los numerosos grillos
se llenan de admiración y asombro
al intuir algo superior: La naturaleza
(se inspiran y cantan) —adornan las noches con el sonoro goteo de una musical llovizna irracional—.
Mientras nuestras consciencias se perfeccionan
y nos acercan cada vez más a nosotros mismos,
mientras resolvemos los laberintos
y nos unimos a los otros; mientras vislumbramos
el canto sideral de las constelaciones
está
la pulcra poesía
como una vagabunda plenitud del universo;
desciende
desde alguna armoniosa estrella
o desde alguna translúcida pasión cercana
y se establece en nuestro interior
para proporcionar calor con su fuego audaz.
Entre silencios y meditaciones extiende
el vuelo
de florales anhelos y espectaculares misterios
hacia un ritual eterno de aves claras.