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«Aprender a transformarse en el sector académico», dice la UNESCO para los años venideros

Con miras al año 2050 la UNESCO establece que “el conocimiento y el aprendizaje son los mayores recursos renovables con los que dispone la humanidad para responder a los desafíos e inventar alternativas”; por consiguiente, la actual crisis sanitaria presenta las oportunidades de transformación en el mundo de la Educación

A escala mundial, ya se está discutiendo el futuro de la Educación para el año 2050.

Por el Observatorio de Innovación Tecnológica del Tecnológico de Monterrey

El momento actual que vivimos derivado de la pandemia de COVID-19, está lleno de incertidumbre, complejidad y precariedad. Sin duda, esto nos impulsa a replantearnos nuestro futuro como humanidad y el cuidado de nuestro planeta. Con miras al año 2050 la UNESCO establece que “el conocimiento y el aprendizaje son los mayores recursos renovables con los que dispone la humanidad para responder a los desafíos e inventar alternativas”. Si previo a la pandemia el tema de la educación ya era una discusión obligatoria, durante y después de la pandemia será una deuda y un requisito para ejercer un derecho ciudadano. Ante esta situación, el Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) 4: Educación de Calidad está siendo replanteado. Para ello, la UNESCO creó una iniciativa llamada Los Futuros de la Educación: aprender a transformarse con el objetivo de resignificar el papel del conocimiento, el aprendizaje y la educación para su contribución en el bien común mundial.

La intención del proyecto Los Futuros de la Educación: aprender a transformarse es generar un debate mundial sobre cómo el conocimiento y el aprendizaje pueden moldear el futuro de la humanidad y del planeta, así como también establecer una agenda para el diálogo y la acción en materia de políticas educativas en múltiples niveles. Los resultados de este ejercicio se publicarán en el último trimestre de este año (UNESCO, 2019).

Los futuros de la educación hacia el 2050 

Organizamos tres diálogos distintos: dos de profesores y uno de estudiantes. Seguimos el formato dado por la UNESCO donde se plantean tres preguntas guía. Las tres sesiones fueron vía Zoom con duración de una hora. En total, dialogamos 28 personas sobre Los Futuros de la Educación. El grupo de profesores se conformó por 11 mujeres y 6 hombres de distintos departamentos académicos, principalmente Sociales y Humanidades. El grupo de estudiantes de bachillerato con edades entre los 16 y 18 años fue conformado por 8 mujeres y 3 hombres de tercer y quinto semestre. En este artículo comparto las ideas más destacadas de cada grupo de enfoque para cada cuestionamiento. 

Pregunta # 1: Cuando piensas en el 2050, ¿qué es lo que le genera más preocupación? ¿Qué es lo que le genera más esperanza?

Los alumnos coincidían en una preocupación por la corrupción, la desigualdad social y económica; la inaccesibilidad y la poca calidad de la educación; mostraron una agravada preocupación -convertida casi en miedo- por la contaminación, el medio ambiente y los cambios climáticos. Algunos de los conceptos más repetidos fueron brecha y desigualdad. Las y los profesores, por su parte, indicaron como preocupación la inaccesibilidad de la educación, la desinformación y el mal manejo de la tecnología, los extremismos y polarizaciones ideológicas; el aislamiento reciente; la poca evolución en la evaluación educativa; la pobre gestión política, las brechas sociales y los antivalores. Una frase que resonó fuerte fue “Concibo que la educación está haciendo la brecha de desigualdad todavía más grande”.  

En cuanto a la esperanza, ambos grupos presentaron ideas muy distintas. Los alumnos plantearon a la tecnología como esperanzadora ante la salud y la educación; sin embargo, reflejaron una clara conciencia de que su mal manejo seguirá abriendo las brechas para favorecer a los sectores privilegiados fomentando la marginación, la desigualdad, la desinformación y la pereza mental. Un punto particular entre las respuestas de los alumnos es que se observaron muy comprometidos con ellos mismos y su responsabilidad como ciudadanos: “El cambio no está en otros, sino en uno mismo: la responsabilidad del cambio es de todos”, “Me da esperanza creer que somos nosotros quienes vamos a modificar el futuro, somos una nueva generación que va a impulsar cambios, que generaciones pasadas no pensaron en hacer”.  

Muy distintas fueron las respuestas en los grupos de profesores: se comentó reiteradamente que la esperanza estaba refrendada en la observación de generaciones más conscientes, interesadas y comprometidas con la ciudadanía local y mundial. Los profesores comentaron que observaron una educación más intrapersonal en reconocimiento de necesidades personales, lo que genera esperanza en las formas en las que la propia persona cuida de sí misma.

Tanto alumnos como profesores manejaron el concepto de brechas y desigualdades por diferentes factores económicos, educativos e ideológicos como una preocupación presente y futura. Hubo una diferencia grande en cuanto a la esperanza, pues los profesores observan la esperanza en las futuras generaciones y las generaciones jóvenes en el buen uso de la tecnología.  

Pregunta # 2: Tomando en consideración las visiones hacia el 2050, ¿cuáles deberían ser los objetivos colectivos de la educación en 2050?

Coincidentemente ambos grupos hablaron de cuatro características que debieran ser conceptos colectivos: Inclusión, Persona, Presente y Democratización de los saberes.  

  1. Educación inclusiva
    Un objetivo debiera ser combatir el rezago y las diferencias, enfocarse en tomar en cuenta a todos y las habilidades individuales de cada uno. Un punto de encuentro fue que la inclusión se tomara desde la posibilidad de personalizar la educación para adaptarla a los intereses particulares: “Hay alumnos que creen que no se les entiende y no se ve su talento porque no se potencian los talentos individuales”. Se habló de una educación en donde todas y todos cuenten. 
  2. Educación enfocada en la persona
    Se comentó que un objetivo debería ser fomentar la autoconfianza y la seguridad, dar herramientas para conocerse, ser feliz y construir el propósito de vida, centrarse en la salud mental y emocional, en forjar el carácter y fomentar la ciudadanía responsable. Los alumnos hablaron de la persona y del ciudadano, para ellos “enfocado en la persona” es quitar los tabúes de la educación sexual, retar el pensamiento crítico, formar en derechos humanos y en el reconocimiento de la dignidad humana: “El desarrollo de la empatía va a ser súper importante, para que se entienda que la sociedad somos todos”, “El objetivo colectivo debería ser el fomento de valores que debe tener un ser humano para entender el espectro de la dignidad humana”, “La educación debiera ser perfect fit
  3. Educación para el presente
    En ambos grupos, se abordó desde los por qué y los para qué de lo que se enseña. Comentaron que una educación debiera ser mucho más práctica, centrada en los problemas reales y complejos a los que se enfrentan los alumnos actualmente, una educación centrada en la ciudadanía, basada en retos y problemas actuales, comprendiendo cabalmente por qué y para qué se aprende. 
  4. Democratización de los saberes
    Ambos grupos reconocieron que no todas las disciplinas tienen el mismo valor y que por ello se favorecen más unos aprendizajes que otros. Valorar todas las materias por igual fue un comentario común y sumado a los objetivos colectivos anteriores, comentaron que valorar por igual es muy distinto a evaluar de la misma manera a todos: “Hay demasiada diversidad como para querer estandarizarnos a todos”

Pregunta # 3: ¿En el futuro, cómo debería cambiar aquello que aprendemos, cómo aprendemos y dónde aprendemos?

Los enfoques de las respuestas fueron totalmente coincidentes y se abordaron más los puntos en cómo y en dónde se aprende.   

Comentaron que no solo la escuela debe ser el espacio destinado al aprendizaje: se propusieron espacios abiertos, sin aulas, a ritmo personalizado, con aprendizaje entre pares, basado en proyectos y retos, fomentando el error como forma de conocimiento, y cambiando el rol del profesor por el de “árbitro” o asesor de proyectos: “Me encantaría que fuera más experiencial”.  

Ambos, enfáticamente propusieron aprendizaje de habilidades básicas cómo la autonomía, autogestión, autoconocimiento, automotivación y autodescubrimiento, propusieron preguntas base: “qué quieres hacer?”, “debemos poner la educación en manos del que está aprendiendo, ¿qué te gusta a ti aprender?, ¿qué quieres saber?, ¿qué quieres descubrir del mundo?”.

Una coincidencia fuerte se dio al momento de hablar de la evaluación: “Deben cambiarse las formas en que se valora y se evalúa el aprendizaje”, “Las calificaciones te hacen comparable y eso no es correcto”, “Una evaluación numérica no es lo que tú eres. Un número no determina lo que eres capaz de hacer”. En este punto volvió a retomarse la idea de dar el mismo valor a todas las asignaturas y evitar los exámenes que limitan a una persona a lo cuantitativo. Ambos grupos estaban a favor de involucrar y responsabilizar a las familias en la educación, incluirlos en el diálogo y en proyectos de valores o ciudadanía. 

Reflexión

La experiencia de los grupos de enfoque fue muy enriquecedora. Tanto alumnos como profesores expresaron ideas generadas desde las propias aspiraciones, deseos, sueños y esperanzas de lo que debe ser la educación hoy para formar mañana. Este ejercicio evidencia un compromiso directo por parte de los involucrados: alumnos y profesores. A través del diálogo abierto contribuyen a la democracia en la educación y es una forma de escucharnos desde la parte más humana. Las respuestas de ambos grupos evidenciaron que sí debemos de hablar de objetivos colectivos en nuestros futuros, en los cuales todos estemos representados, debemos convertirnos en ciudadanos respetuosos de la dignidad humana para un mundo más inclusivo. Es esperanzador constatar que para los alumnos la educación es el motor de cambio social y para los profesores el aprecio por la diversidad humana es el fundamento de la educación.

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