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La discapacidad auditiva y el papel del comunicador en la inclusión social salvadoreña (Reportaje de Matías+plus)

Es importante recordar que para una persona con discapacidad auditiva aprender la lengua de señas y aprender español es aprender dos nuevos idiomas. Algunos saben español, otros no. Por tanto, la lengua de señas como alternativa comunicacional debería ser un elemento fundamental dentro de la sociedad.

Fundación Manos Mágicas tiene por objetivo abrir espacios jurídicos, sociales y culturales a las personas con discapacidad auditiva de El Salvador, por medio de proyectos y programas que fomenten el aprendizaje de valores y la superación académica, los derechos humanos, la comunicación accesible, los idiomas y las lenguas de señas, con el objeto de alcanzar su inserción laboral y una verdadera inclusión en la sociedad salvadora. Foto tomada de Facebook de Manos Mágicas

Por: Jaime Vásquez Villalta de Revista Matías+plus

Existe un sector de la sociedad que ha desarrollado su propia lengua para poder comunicarse con los demás. Hablamos de las personas con discapacidad auditiva o sordos. La discapacidad auditiva es la pérdida total o parcial del sentido del oído y esto afecta la comunicación. La lengua de señas, según el Instituto Nacional para Sordos de Colombia, “se caracteriza por ser visual, gestual y espacial. Como cualquier otra lengua, tiene su propio vocabulario, expresiones idiomáticas, gramática y sintaxis diferentes del español. Los elementos de esta lengua (las señas individuales) son la configuración, la posición y la orientación de las manos en relación con el cuerpo y con el individuo. La lengua también utiliza el espacio, dirección y velocidad de los movimientos, así como la expresión facial para ayudar a transmitir el significado del mensaje. Esta es una lengua visogestual”.

Según Rebeca Soundy, vicepresidenta de la fundación Manos Mágicas, licenciada en Educación Especial, intérprete de Lengua de Señas Salvadoreña y persona con discapacidad auditiva, la discapacidad auditiva implica dos partes: la médica y la cultura sorda. La primera tiene qué ver meramente con la salud de la persona. La segunda, más amplia y compleja, la comparten aquellos que se comunican a través de la lengua de señas “que pertenecen a una comunidad lingüística, que tienen su propia cultura, identidad y pertenencia a esa comunidad”.

La falta de participación y de una cultura inclusiva es la razón que más preocupa a las personas sordas o con discapacidad auditiva. “No todos pueden tener acceso a la educación para aprender lengua de señas. Muchos no tienen motivación o no cuentan con un lugar para aprender. Además, no todos los medios de comunicación buscan facilitar la accesibilidad para aquellos usuarios de televisión”, menciona Rebeca.

En ocasiones, estas personas viven un doble aislamiento por parte de la sociedad oyente que les impide el acceso a la información y les dificulta o imposibilita la consecución de ciertas gestiones. Por ejemplo, el acceso a la educación, a una oportunidad laboral, o tan simple como realizar un trámite en el banco, puede resultar una barrera al lograr comunicación con su receptor.

Nuestro país cuenta con la Lengua de Señas Salvadoreña (LESSA), la cual deriva de la Lengua de Señas Americana (ASL, siglas en inglés). Sin embargo, a LESSA Rebeca la compara como un bebé, en contraparte de su homóloga americana, a la que compara con una anciana con maestría. LESSA, a pesar de la visibilidad que ha logrado con el paso del tiempo, todavía está en desarrollo, mientras que la ASL está plenamente desarrollada.

Sobre esto, Enrique Mancía, traductor de LESSA y ASL en distintas universidades y asignaturas, incluyendo la Universidad Dr. José Matías Delgado y estudiante de la Escuela de Ciencias de la Comunicación (ECC) comparte la opinión de Rebeca. “Está en desarrollo. No tiene mayor variedad en cuanto a la traducción directa del castellano a señas y el Lenguaje de Señas Americano. Ya tienes ahí la primera barrera”. Y confirma también que ALS está plenamente desarrollado y es constantemente actualizado. Por eso, Yanira Soundy, presidenta de “Manos Mágicas” recalca la importancia de recopilar las señas nuevas que se crean en ambientes como universidades e iglesias para que estas se pueden oficializar en la lengua con el apoyo de la Asociación Salvadoreña de Sordos (A.S.S).

Es importante recordar que para una persona con discapacidad auditiva aprender la lengua de señas y aprender español es aprender dos nuevos idiomas. Algunos saben español, otros no. Por tanto, la lengua de señas como alternativa comunicacional debería ser un elemento fundamental dentro de la sociedad. Al comunicarnos con las personas con discapacidad auditiva, la lengua de señas se constituye en un principio necesario para la interacción diaria y el acceso a la información.

Si bien en El Salvador no existe un censo de personas con discapacidad auditiva, Enrique Mancía dice que para cualquier comunicador debería ser importante saber el lenguaje que esa persona sorda conoce y ocupa, sea LESSA, ASL o los dos. También opina que dentro de la preparación de un comunicador se debería incluir el lenguaje de señas. “Nosotros como comunicadores lo mínimo que deberíamos hacer es aprender lo básico porque es un público que se está desaprovechado. El cine es lo que más les gusta a ellos. Una persona sorda es un posible consumidor, y muy bueno, pero como tenemos esa barrera de lenguaje, no podemos llegar a ellos”.

De igual manera, para él, el comunicador debería ser la parte transparente en toda la sociedad. Enrique contó su experiencia al observar a un intérprete que no estaba traduciendo el mensaje tal cual se estaban produciendo: “Del 100%, de la información que está transmitiendo la televisión, el traductor solo da un 20%. Entonces existe ya un sesgo. El público sordo solo puede tener ese 20% que el traductor quiere que sepa”. Para evitar esos problemas, Enrique recomienda que un comunicador puede comenzar a incorporar, entre las cosas que hace, los textos. Estos deben ser explícitos y no tan largos. El traductor debe poder resumir lo que se quiere decir.

Enrique reconoce que tener un intérprete en cada canal de comunicación es bastante caro, pero dice que empezar con cosas básicas, como colocar los subtítulos en los noticieros u otros programas de televisión, ayudaría, puesto que el sordo muchas veces se basa en algo que otros le dicen y esto, a veces, contribuye a que ellos se creen una realidad diferente.

“El texto a ellos les ayudaría muchísimo”. Actualmente, solo en canal 10 (en el programa Panorama Cultural), canal 12 (Noticiero Hechos), Televisión Legislativa y en las cadenas nacionales se puede observar intérpretes de Lenguaje de Señas. La sociedad en general, está mostrando interés por ser un poco más inclusivos. Tal es el caso de Yolanda Lemus, estudiante universitaria quien hace cuatro años decidió aprender lengua de señas para que no tener barreras de comunicación con las personas sordas que visitaban el negocio de su mamá.

“La motivación fueron mis vecinos. Ellos son sordos profundos. Mi mamá vende comida afuera de la casa y en una ocasión llegaron mis vecinos sordos a pedir comida. Yo no los entendía, por lo que ellos tuvieron que escribir su pedido para que yo pudiera entender. Me sentí impotente y me di cuenta de la existencia de la brecha de comunicación que hay y la limitación que las personas sordas enfrentan. En ese momento fue cuando decidí estudiar lenguaje a señas” dijo la joven.

“Cuando se habla de avances resulta complicado, puesto que dependerá del ámbito en el que hablemos. He visto mayor inclusión e interés por parte de los oyentes a ser parte de la comunidad sorda y aprender de eta. Es importante para reducir la brecha de comunicación. Sin embargo, si le damos vuelta a la moneda, o nos ponemos otros lentes, vemos que en los colegios no se enseña al menos un sistema de lenguaje de señas para la inclusión de los niños sordos. Tampoco se le da la oportunidad a algún intérprete de reducir la brecha de comunicación. Tampoco se le enseña lenguaje de señas a los profesores”, agrega Yolanda Lemus.

Yanira Soundy afirma que “ahorita se ha logrado una integración, pero todavía no una inclusión”. Todavía falta mucho trabajo por hacer para llegar a la inclusión. Por su parte, Enrique afirma. “Muchas veces en el país lo que yo he escuchado es que las personas sordas solo sirven para estar en la cocina siguiendo órdenes o para hacer la limpieza. Sin embargo, esta generación de personas que yo he podido acompañar [como intérprete] ha demostrado que ellos pueden y trabajan de una manera impresionante”.

Rebeca y Yanira Soundy, Enrique Mancía y Yolanda Lemus comparten la idea de que es trabajo de los comunicadores contribuir a eliminar esas barreras, así como también inculcar una cultura incluyente y enseñar, a través de todos los medios de comunicación existentes, la lengua de señas para abrir espacios en los medios para intérpretes de lengua de señas. Solo de esta manera caminaremos hacia una cultura inclusiva.


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